Publicado: miércoles, 11 de septiembre de 2013
Ayer 10 de septiembre, se celebró en todo el mundo el Día para la Prevención del Suicidio, una fecha que pasa prácticamente desapercibida por la obsesión de no informar de los casos que se producen. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha asegurado que puede prevenirse. Recomienda que hay que hablar del suicido, con límites, sin morbo, sin detalles pero que es necesario denunciarlo, hacerlo visible, desmitificarlo ya que se trata de un problema que ya causa más muertes que los accidentes de tráfico.
Según los últimos datos oficiales disponibles, cada 40 segundos se suicida una persona en el mundo, lo que eleva a un millón la cifra anual de un fenómeno que se agrava si se tiene en cuenta que por cada suicidio hay veinte tentativas fallidas.
Precisamente, el pasado lunes se conoció que los suicidios en Grecia aumentaron un 43 % desde 2007, el año previo al estallido de la crisis económica, hasta 2011. Son datos publicados por la oficina de estadísticas helena ELSTA. En 2007 se registraron 328 suicidios (268 hombres y 60 mujeres), mientras que en 2011 fueron 477 personas (393 hombres y 84 mujeres) las que se quitaron la vida. Tan solo entre 2010 y 2011, el número de suicidios se disparó un 26,9 %
Según un informe de la organización no gubernamental (ONG) Klimaka, la mayoría de las llamadas de auxilio que recibe en su línea telefónica de prevención del suicidio, procede de personas en paro, seguidas de trabajadores autónomos y pensionistas, ambos también colectivos especialmente golpeados por la crisis. Hasta que empezó la crisis en 2008 la mayoría de las llamadas a Klimaka, que tiene además programas de asistencia a personas sin techo, provenía de personas con trastornos mentales, mientras que ahora predominan claramente los problemas sociales y económicos. La región con la tasa más alta de suicidios es la isla de Creta, donde en 2011 hubo 37 casos, cifra que, según los datos de esta ONG, se elevó a 49 en 2012, y que en lo que va de año (hasta el 27 de agosto) ya ha alcanzado 34. Con una tasa de paro del 28 % -antes de la crisis rondaba el 7,5 %- y una pérdida del poder adquisitivo de cerca del 50 %, Grecia ha engendrado una nueva clase de pobres. Según un estudio de Klimaka, el número de los sin techo en Grecia (11 millones de habitantes) alcanza ya las 20.000 personas, de las que una de cada cinco posee un título universitario.
Los expertos españoles coinciden en que "hablar correctamente de suicidios no provoca más muertes sino que las previene", según dijo a Efe el presidente de la Asociación de Investigación y Prevención del Suicidio, Javier Jiménez, quien asevera que "lo peor que se puede hacer, es no hacer nada". Precisa que aunque la intención de muchos medios de comunicación al no hablar del suicido es buena, "hacen un flaco favor a la prevención", y que el "efecto contagio" esgrimido para no publicarlo "existe entre personas que tienen muchos factores de riesgo", pero sólo si la noticia se trata de forma incorrecta. Si se hace bien, asegura, "servirá de prevención y concienciación", especialmente en los grupos más vulnerables: ancianos y jóvenes.
Hay que hablar del suicidio como un "fracaso", publicar sólo los datos relevantes y recordar las líneas de ayuda existentes, puntualiza a Efe el director del Institut de Neuropsiquiatría i Addicions del Hospital del Mar de Barcelona, Víctor Pérez. Además, deben omitirse fotografías, notas suicidas, detalles del método usado y "sensacionalizarlo".
Sobre la posibilidad de prevenirlo, la OMS calcula que un 90 % de quienes se suicidan o lo intentan padecen una enfermedad mental, que con un protocolo sanitario podría controlarse y evitar el fatal desenlace. "Lo que tiene que quedar claro es que un suicidio es el resultado de muchos factores", explica Jiménez, quien ofrece ayuda e información en la web www.redaipis.org donde se advierte de que muy pocos se producen sin aviso, por lo que insta a tomar en serio las amenazas de autolesión y desterrar la idea de que "los problemas se solucionan a base de pastillas". Es importante, además, limitar el acceso a pesticidas, medicamentos o armas de fuego, y tratar enfermedades como la depresión, el alcoholismo o la esquizofrenia.
En España los datos del Instituto Nacional de Estadística cifran en 3.180 las muertes anuales por suicidio, 9 al día, una cifra muy superior a los 2.116 fallecidos por accidente de tráfico. Y estos son sólo los evidentes, ya que los expertos creen que parte de las 8.000 muertes que se producen al año por ahogamiento, precipitaciones y accidentes de tráfico esconden un suicidio detrás. Para aminorar estas cifras es imprescindible formar profesionales especializados en el trato de estos pacientes y crear una importante red de apoyo sanitaria. "Hace falta una decisión institucional" como las adoptadas con los accidentes de tráfico o la violencia de género para atajar "este problema de primera magnitud" demanda Pérez, también colaborador del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM).
La efectividad de estas medidas ya se ha constatado en países como Finlandia, Holanda o Irlanda. España sólo cuenta con un programa en el Hospital Sant Pau de Barcelona, un dispositivo de seguimiento a potenciales suicidas en el Hospital 12 de Octubre y una Unidad de Prevención y Tratamiento de la Conducta Suicida en el Hospital Universitario de Orense que funciona desde 2009.
En estos cuatro años en el Hospital de Orense han tratado a 600 personas y han constatado que con un programa específico de prevención lo intentos de suicidio "se reducen a la mitad" en comparación con las unidades ordinarias de salud mental.
Desde el Hospital 12 de Octubre, el jefe del servicio de Psiquiatría, Miguel Ángel Jiménez-Arriero, recuerda a Efe que el suicidio es la primera causa de muerte por causas no naturales. Sólo este hospital trata a 30 potenciales suicidas al mes, de los que unos 10 son nuevos casos, cifras por las que urge a desarrollar un Código de Atención al Riesgo Suicida.
No se puede detectar un problema así y dar cita al paciente en veinte días cuando ya es tarde; la atención debe ser inmediata, en 24 o 48 horas, porque muchos desisten horas después de ser atendidos, explica Pérez. "El denominador común de lo suicidas es que sufren tanto que prefieren morir a seguir viviendo y ser una carga para sus allegados", se trata de un grito de ayuda, concluye Jiménez.