La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la depresión como un trastorno de salud mental que se caracteriza por la presencia de “tristeza, perdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, con afectación al sueño o el apetito, sensación de cansancio y falta de concentración” que se mantiene en el tiempo. Este trastorno puede afectar al desarrollo del día a día de las personas que la sufren, afectando al su desempeño laboral y académico y dificultando en gran medida el desarrollo de tareas básicas.
La depresión afecta a 300 millones de personas en el mundo. En España más de 2 millones la padecen, según datos de la OMS.
El primer jueves de octubre se celebra el Día Europeo de la Depresión a propuesta de la Asociación Europea para la Depresión (EDA).
Síntomas
Durante el confinamiento, el 43% de la población ha experimentado sentimientos depresivos, aseguran desde Ita Salud Mantal que también comunica a travésde un comunicado que "partir de toda la crisis vivida por el covid-19, la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica calcula que los trastornos depresivos pueden aumentar hasta un 20%, llegando a ser el principal problema de salud mental en 2050".
Olimpia Bohiges, psicóloga de Ita Previ Alicante, explica en el mimso documento que “para el diagnóstico de la depresión, la persona debe experimentar 5 o más de los siguientes síntomas durante 2 semanas: estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, perdida de interés por actividades que antes nos gustaban, pérdida o aumento de peso, insomnio o hipersomnia, problemas de concentración, sentimientos de culpabilidad, pensamientos suicidas, agitación, fatiga o perdida de energía”.
La depresión no es un trastorno mental que solo sufran adultos. “Menos de la mitad de los niños y adolescentes que sufren depresión son diagnosticados correctamente. Se suele minimizar los síntomas por parte de los padres, incluso confundiéndolos con comportamientos propios de la etapa vital infantil o adolescentes” afirma Ester Ricós, psicóloga de Ita Argentona. “La depresión infantil es una enfermedad psiquiátrica que suele pasar desapercibida y el trastorno del ánimo más frecuente en la infancia y adolescencia. No se trata de un mito sino de una enfermedad cuya prevalencia va en aumento”, explica la psicóloga según una nota de Prensa remitida por Ita Salud Mental.
La OMS calcula que un 2% de los niños de 6 a 12 años sufren depresión. Aumentando del 4 al 6% en el caso de los preadolescentes de 12 a 14 años.
El diagnóstico temprano y la actuación en fases iniciales del trastorno es básico para garantizar el éxito del tratamiento, disminuyendo el impacto del trastorno en la vida diaria de los niños y adolescentes.
impacto del confinamiento y la soledad en la salud de los mayores
Por otra parte, el Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Oriental (Copao) destacó ayer en una comunicación informativa que el impacto negativo que han generado el confinamiento y la soledad en la salud de las personas mayores y ha reivindicado la intervención especializada para contrarrestar el miedo y síntomas de ansiedad y depresión.
Según los datos oficiales aportados por el Colegio, la media de edad de los fallecidos por coronavirus en España se sitúa entre los 78 y los 80 años, un indicador clave en un país envejecido en el que casi el 20 % de la población supera los 65 años.
Ante los datos demográficos, el Copao ha destacado la importancia de la psicología del envejecimiento, especialmente tras constatar que el confinamiento y la soledad han agravado los problemas en las personas mayores, tanto los que viven en sus domicilios familiares como los que están en residencias. Según el Colegio de Psicología, el confinamiento y el aislamiento han provocado un aumento de los síntomas de ansiedad y depresión en mayores y, según algunas investigaciones, se han registrado reacciones típicas de estrés postraumático.
Esto se debe en parte a que muchos mayores combatían su soledad participando en las actividades de centros o asociaciones pero han visto interrumpida su vida, sus rutinas y sus mecanismos para compensar esa soledad no deseada por el coronavirus, lo que ha hecho que empeore su salud física y emocional. Según los datos de la atención telefónica prestada por el Copao, la reacción ha pasado de restar importancia al contagio a manifestar miedo, pánico, estrés, incluso agorafobia, enojo y hastío.
Los psicólogos del envejecimiento han detectado también los miedos más frecuentes registrados en las residencias de mayores, lugares donde el foco de atención se ha centrado durante la pandemia por sus graves consecuencias. Se están produciendo cambios emocionales con la aparición de síntomas de depresión, ansiedad u otras psicopatologías debido a la menor interacción social con otros residentes, con el personal y sus familias, apatía, tristeza, aburrimiento, preocupación o miedo.
Ante esta situación, las intervenciones psicológicas realizadas con residentes se han centrado en la psicoeducación, orientación a la realidad, musicoterapia, adaptación del entorno, comunicación con familias de manera telemática o paseos terapéuticos en exteriores.
El Colegio ha destacado la importancia del psicólogo en residencias para asegurar la calidad asistencial y el bienestar de residentes, cuidadores y del resto del equipo interdisciplinar.