Son las 23:40 ficho mi entrada en el tanatorio. Todo es distinto. He dormido a ratos, no podía conciliar el sueño, debido a la situación de alarma. Recojo mi equipo EPI (equipo de protección individual), unos guantes, gel de alcohol y una mascarilla (cuídala que tenemos muy pocas y te tienen que durar) dispuesto a no parar en mi jornada laboral. Me voy a un hospital a contratar el primer covid-19 con la familia. Entro en la habitación escuchando mi propia respiración, esperándome el hijo. Sin saludos, sin pésame, dejando distancia, protegiéndome psicológicamente para no me afecte porque es el décimo covid-19 que contrato en 3 días. Todas las medidas de seguridad son pocas, para proteger a mis compañeros que continúan el servicio y para mí. Coges el certificado con Coronavirus lo introduces en un plástico, cambias guantes, desinfectas, ponte guantes. Termino, guantes y mascarilla, ya sabes lo que tocas desinfectas, móvil, tablet, llaves, coche...
Y en mi garganta se forma un nudo que hace aún más difícil la respiración dentro del traje.
Y salgo del hospital y la historia se repite, esta vez a una residencia, otro covid. Y otro y otro más.
La jornada termina, ya ha amanecido, en la soledad de mi coche, me relajo y lloro. Lloro de tristeza, de impotencia, de frustración, de la situación a la que hemos llegado y lo que nos espera por venir...
Mi uniforme, viene conmigo, lo dejo en la entrada de la casa.
Intento dormir, complicado, es de día y hay muchos ruidos, muchos pensamientos.
Me despierto, he dormido a ratos, son las 19:55. ¡Escucho algo!. Son aplausos, bocinas, silbidos... de, tal vez, las familias de los que atendí anoche o de los 6 noches que llevo trabajando. Me emociono y me seco las lágrimas y aparece una sonrisa en mi cara. Porque todos estos aplausos van también por el gran sector de los funerarios “buitres” que estamos en los hospitales y demás sectores imprescindibles para que esta pandemia se supere. Pero que hoy luchamos para salir de todo esta guerra del siglo XXI, donde tenemos que superarlo entre todos. Yo salgo a trabajar para que tú te quedes en tu casa en cuarentena. Sin ver a mi familia.
¡Muchas gracias a todos mis compañeros de los servicios funerarios.
Este mal sueño pasará y entonces volveré a llorar... pero de alegría.
#quedateentucasa
El autor del texto es empleado de la Empresa Municipal de Servicios Funerarios de Madrid.