lunes, 07 de octubre de 2024
Enalta
Revista Adiós

Nieves Concostrina da un repaso a las ocho tumbas de Pedro I en la presentación de las Jornadas Medievales de Montiel (Ciudad Real)

Publicado: domingo, 24 de marzo de 2013


El Rey Pedro I, con su comitiva, camina desde el Ayuntamiento de Montiel hacia el auditorio "José Mota" . Allí se presentaron las Jornadas Medievales y tuvo lugar la charla de Nieves Concostrina.

La Encomienda de Montiel, una asociación cultural apoyada por el Ayuntamiento de este municipio de Ciudad Real, coincidiendo con el 644º aniversario de la muerte del rey Pedro I de Castilla y León, presentó ayer, 23 de marzo, su programa de celebraciones de cara a las Jornadas Medievales que tendrán lugar del 12 al 14 de abril.
Pedro I murió a manos de su medio hermano Enrique II de Trastámara en Montiel, un fratricidio que cambió los destinos de Castilla y que ha dejado para las citas célebres aquella de “Ni quito ni pongo rey. Sólo ayudo a mi señor”, las últimas palabras que supuestamente oyó el rey castellano cuando un fiel a Enrique sujetó a Pedro para que pudiera asestarle la puñalada que acabó con su vida.
Durante la presentación del programa de “Montiel Medieval”, que tuvo lugar en el auditorio que lleva el nombre de uno de sus vecinos más ilustres, José Sánchez Mota, Nieves Concostrina, redactora jefe de "Adiós,  impartió la conferencia “Pedro I, un rey de la Ceca a la Meca”, durante la que repasó las ocho tumbas que ha tocado el rey castellano desde su muerte en 1369 hasta la que ahora ocupa en la Capilla Real de la Catedral de Sevilla.
Pedro I, apodado El Cruel por sus enemigos y El Justiciero por los defensores de su reinado, recibió su primera sepultura en el castillo de La Estrella de Montiel por orden de su hermano y asesino, el ya nuevo rey de Castilla Enrique II, que tenía intención de construir en el mismo Montiel un convento donde dar enterramiento a Pedro I. El convento no prosperó, y en algún momento se decidió el traslado de los restos a Puebla de Alcocer (Badajoz), de donde a su vez fue trasladado años después al convento de Santo Domingo el Real de Madrid por orden de su priora, Constanza, nieta de Pedro I.
Durante tres siglos, los restos de Pedro I ocuparon distintas tumbas dentro del propio convento dominico, hasta que con el derribo del edificio los huesos acabaron en el Museo Arqueológico de Madrid antes de llegar a su descanso definitivo en la catedral de Sevilla.