Publicado: viernes, 08 de febrero de 2013
Noruega entregó ayer en Oslo a las autoridades mexicanas los restos mortales de Juliana Pastrana, quien alcanzó fama mundial en el siglo XIX al ser exhibida en atracciones de feria como la "mujer mono", debido a una deformación genética.
Una breve ceremonia privada en la capilla de la facultad de Medicina de la Universidad de Oslo formalizó el traspaso que culminará dentro de cuatro días, cuando los restos de la indígena mexicana sean enterrados en su país de origen.
Es la última etapa de una odisea vital que se prolongó muchos años después de su muerte en 1860 en Moscú y que busca "restaurar su dignidad humana", como destacaron en la ceremonia la embajadora de México, Martha Bárcenas, y la investigadora Laura Anderson, en representación del estado de Sinaloa, del que era originaria.
Pastrana (1824-1860) padecía de hipertricosis, conocida como el síndrome del hombre lobo, un mal que hace crecer gran cantidad de vello grueso por todo el cuerpo, agravado por una prominente mandíbula y otras deformaciones físicas que marcaron su existencia.
Huérfana a temprana edad, fue exhibida desde joven en circos por Mexico y por Estados Unidos, donde conoció al empresario Theodore Lent, quien más tarde se convertiría en su esposo.
Con él recorrió buena parte de Europa en un espectáculo en el que era presentada como "la mujer mono", "la mujer más fea del mundo" o "la indescriptible", pero en el que además demostraba sus dotes artísticas bailando y cantando en varios idiomas.
También atrajo la atención de reputados científicos, e incluso el naturalista inglés Charles Darwin se refirió en uno de sus libros al caso de esta mujer que un siglo después inspiró la película italiana "La donna Scimmia" (1963), de Marco Ferreri.
Pastrana falleció a los 36 años al dar a luz a su hijo, que también murió poco después.
Pero la muerte no le devolvió la calma ni la dignidad: su esposo vendió los cuerpos a la Universidad de Moscú, donde fueron embalsamados, aunque luego los recuperó y continuó haciendo giras para exhibirlos por todo el continente.
Los restos acabaron en 1921 en manos del empresario noruego Haakon Lund, dueño del mayor parque de atracciones del país y que continuó mostrándolos periódicamente durante varias décadas hasta que las críticas al espectáculo acabaron con ellos en un almacén.
De ahí fueron robados en 1976 y recuperados por la Policía noruega, aunque solo el cuerpo de Juliana estaba en condiciones, para ser trasladados al Instituto de Medicina Forense de Oslo.
Años después, fue trasladado a una ubicación mejor en el Instituto de Ciencias Médicas Básicas.
A petición de las autoridades mexicanas, Noruega volvió a estudiar el caso y el Comité Nacional para la Evaluación e Investigación en Restos Humanos decidió hace unos meses que los restos fueran devueltos a su país de origen para ser enterrados.
La ceremonia de ayer, a la que también acudieron la vicerrectora y el decano de Medicina de la Universidad de Oslo, no supondrá previsiblemente el fin de la relación entre Pastrana y Noruega.
El Instituto Nacional de Medicina Genómica de México (INMEGEN) ha ofrecido a la Universidad de Oslo colaborar en un proyecto, en el que también participa un investigador asociado a la Universidad de Oxford, cuyo fin es elaborar la secuencia del genoma de Pastrana y determinar las causas de su enfermedad. Para entonces, sus restos -cuyo traslado ha sido sufragado por el estado de Sinaloa- descansarán ya bajo la tierra del Cementerio Histórico de Sinaloa de Leyva, cerca de donde nació en 1834, cerrando así un peregrinaje de un siglo y medio.