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Revista Adiós

El juego del parque de atracciones que simula la muerte en un crematorio

Publicado: martes, 05 de abril de 2016

El juego del parque de atracciones que simula la muerte en un crematorio

Un parque de atracciones de la ciudad de Shanghái, en China, ha instalado una atracción que está causando furor: un simulador de la muerte. El 'Death Simulator' permite a quienes lo prueban pasar por la experiencia de su propia defunción.
En realidad, ya se anunció esta atracción hace un año en otro parque. ‘The Samadhi Game’ está ubicado desde hace un año en el parque Window of the World de Shenzen. Entonces costaba poco más de 40 dólares se ofrecía un viaje al incinerador en un ataúd y siendo acariciados un aire caliente de 40 grados.
Ahora, lo que promocionan en Shanghái, por un precio de alrededor de 60 euros es el mismo viaje por un horno crematorio y después volver a ‘resucitar’. El 'muerto' puede posteriormente hacer un escrito con sus últimas reflexiones y voluntades, que pueden quemar consigo o llevarse después.
Según la información que ha sido publicada ahora por el diario Mirror y recogida por muchos más medios asegura que, “quienes lo han probado aseguran que es imposible ser la misma persona después de haber pasado por algo así. Precisamente, la intención de su creador, Ding Rui, era educativo: que las personas supiéramos enfrentarnos al duro trance de decir adiós”.
La atracción consiste en que los participantes “matan” a un compañero tras un debate por quién será el enviado al crematorio. Comienza el ‘juego’ y se invita al ‘afortunado’ a escribir sus últimas voluntades. Posteriormente, el ‘jugador’ sale de la atracción a través de un estrecho tuvo de látex blanco que simboliza el renacimiento del individuo.
Según la información publicada por Mirror, los participantes dicen que reflexionan sobre los problemas de la vida y que cambia su mentalidad
El fundador y creador de este invento asegura en el mismo periódico que "decir adiós es una tarea muy difícil y complicada. La atracción cubre varias dimensiones y conflictos", afirma Ding Rui, fundador del simulador, quien explica que a la hora de inventarlo pensó en "cómo sería posible llegar a una premisa sobre cómo educar a las personas en la vida cuando se aproxima el momento justo antes de enfrentarse a la muerte para que no tengan que pensar constantemente en todos estos problemas", de los que se acuerdan en la atracción.
 
Así comenzó en 2014
 
Pero la historia no es nueva. Empezó hace ya dos años.
Ding Rui y su socio Huang Wei-Ping eran dos empresarios chinos que habían pasado por experiencias relacionadas con la muerte. Se asociaron con una idea en mente: mostrar al mundo qué es la muerte. China, un país en el que la mayoría de las personas es incinerada, se presentaba como el lugar ideal para llevar a cabo su plan: crear una atracción que haga al viajero experimentar la muerte.
La pareja visitó un crematorio real y pidieron que les hicieran pasar por dentro, pero con las llamas apagadas. “Ding entró primero al crematorio, y verlo desde afuera fue estresante para mí”, dijo entonces Huang. Cuando Wei-Ping entró, casi no lo soporta: “Hacía mucho calor. No podía respirar y pensé que mi vida se había acabado”.
Los dos empresarios crearon una campaña de crowdfunding, explicando su idea. En tres meses, recibieron algo más de 50.000 euros, superando con creces sus expectativas iniciales. La atracción que crearon se llamó ‘Samadhi-Experiencia de muerte en 4D’ y al parecer ha tenido éxito. Consistía en lo siguiente: los perdedores son cremados. Los ganadores, también. Ding Rui lo explicó en 2014 de la siguiente forma: “todos morirán al final, sin importar lo que hayan superado”. El ‘morboso juego de escape’ (como ellos lo definían) usaba efectos especiales dramáticos, intentando ser lo más fiel posible a un crematorio real. Mientras los jugadores son transportados por una cinta, simulando toda la preparación existente en los ritos funerarios, hay aire caliente y proyecciones de luz. Después, llegan a una cápsula suave y redonda, que simula un útero. “Eso simboliza su renacimiento”, afirman. La atracción inaugural costaba 30 euros.