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Revista Adiós

China celebra su día de difuntos con graves problemas de espacio para enterrar

Publicado: lunes, 04 de abril de 2016

China celebra su día de difuntos con graves problemas de espacio para enterrar

Millones de chinos visitan hoy los cementerios para rendir homenaje a sus antepasados en el Festival Qingming, el Día de Barrer las Tumbas.
La festividad, que se celebra el 4 de abril -el número cuatro está asociado con la muerte en la cultura china- se vive con cementerios abarrotados de familias que limpian las tumbas o nichos de sus seres queridos, las adornan de flores y les hacen ofrendas de comida o incluso de dinero. El papel moneda quemado en realidad no es de curso legal (en él suelen aparecer el Banco del Cielo o su homólogo del infierno como presuntas entidades emisoras) y tiene denominaciones de hasta trillones de yuanes por billete, fortunas que se supone llegarán a los antepasados en la otra vida al ser consumidas por el fuego. En el sur del país, a esta costumbre se añade la de quemar elaboradas miniaturas en cartón de casas, automóviles, ordenadores, móviles u otros muchos enseres, para que a los seres queridos no les falte de nada en el más allá, informa Antonio Broto para Efe.
Además de los homenajes privados, el régimen comunista ha aprovechado la festividad para celebrar estos días un funeral honorífico para 36 soldados chinos fallecidos en la Guerra de Corea (1950-53) cuyos restos regresaron al país el 1 de abril. En una ceremonia militar el 31 de marzo, el ejército de Corea del Sur, que luchó contra China en aquella guerra, entregó los restos de estos soldados, considerados mártires por el Partido Comunista, en el aeropuerto de Incheon.
Hoy en la antigua capital imperial de Xian decenas de miles de personas asistirán como cada año al acto de homenaje al Emperador Amarillo (Huangdi), fundador mítico de la civilización oriental. La ceremonia, que se celebra desde hace milenios y ha cobrado tintes turísticos en los últimos años, se realiza en el lugar donde supuestamente está enterrado el emperador, junto a un ciprés de 5.000 años que según la leyenda plantó el propio soberano.
La fiesta se aprovecha cada año en los medios de comunicación chinos para alertar sobre los problemas de espacio que sufren muchos de los cementerios en las grandes ciudades chinas, y que ya desde hace décadas forzaron a las autoridades a obligar, al menos en zonas urbanas, a incinerar a los finados.
La prohibición de los entierros convencionales va en contra de la tradición china, que exige que el muerto viaje al más allá de la forma más intacta posible, por lo que sobre todo en las aldeas chinas es ampliamente desobedecida y en ellas pueden verse grandes tumbas diseminadas en cunetas, campos de cultivo o jardines.
Mientras, en la China urbana, la falta de espacio en los cementerios ha generado una burbuja de precios semejante o a veces aún más acelerada que la que sufren las viviendas de los vivos, por lo que las autoridades recomiendan a las familias funerales alternativos, como esparcir las cenizas en el campo o en el mar.
En febrero, el Gobierno chino lanzó una campaña para promover estos "funerales ecológicos", y la prensa estatal recomienda este tipo de prácticas para resolver problemas de superpoblación en los camposantos.
En Pekín, ese plan ofrece a los familiares una subvención de 4.000 yuanes (unos 600 dólares) por escoger funerales en el mar, con el inconveniente de que la costa más cercana a la capital está a unos 200 kilómetros.
La capital china tiene ya nada menos que 33 cementerios, entre ellos el más famoso del país, Babaoshan, donde descansan héroes de la revolución comunista como Xi Zhongxun, padre del actual presidente chino Xi Jinping.

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