Publicado: martes, 04 de diciembre de 2012
Foto: Ayuntamiento de Baena.
Ha permanecido enterrado, bajo el suelo de la campiña cordobesa, durante el transcurrir de los siglos y es ahora cuando los arqueólogos se afanan con paciencia en sacar a la luz los secretos que esconde el yacimiento de Torreparedones, considerado por los expertos como la Pompeya de Andalucía.
Circundando el punto más alto de la campiña, un monte a 579,6 metros sobre el nivel del mar, en el término de Baena, alejado de cualquier municipio, se encuentra lo que los investigadores apuntan a que fue un asentamiento de población desde el II milenio a.C. hasta el siglo XVI.
El arqueólogo municipal de Baena, José Antonio Morena, ha mostrado a Efe lo que hay descubierto y lo que se intuye por descubrir, que como asegura, no es poco, ya que hay excavado el 5 por ciento de una superficie total que equivaldría a 110 campos de fútbol.
Una margarita por deshojar que comenzó a florecer cuando en 1833 un hombre que estaba arando se hundió con la yunta de bueyes en una tumba que resultó ser uno de los descubrimientos más relevantes: el denominado mausoleo de los Pompeyos.
Este mausoleo es una tumba hipogea en cuyo interior había diversas piezas pertenecientes al ajuar funerario, así como 12 urnas cinerarias, dispuestas sobre un banco corrido, que ofrecían la particularidad de mostrar en una sus caras los nombres de las personas enterradas, según apunta Morena.
Las prospecciones de los últimos años han recuperado la puerta oriental que sirvió de acceso a la ciudad a través de una muralla construida en el 600 a.C., aunque fue en época romana cuando el primitivo muro fue seccionado con objeto de sustituir la puerta existente por una de mayores dimensiones, flanqueada por dos grandes torreones. El paso del tiempo no ha destruido en esta puerta la calzada romana donde se puede observar aún la zona del acerado e incluso la hendidura que dejaron el paso de carros.
En la parte sur, y siempre rodeados de olivos, se ha localizado un santuario donde los devotos acudieron entre el siglo III a.C. y II d.C. atraídos por los poderes curativos asociados a la diosa de la fertilidad Caelestis. De hecho, la mayor parte de los exvotos encontrados en Torreparedones se corresponden con representaciones de mujeres embarazadas implorando un parto sin problemas.
La siguiente parada en Torreparedones junto al arqueólogo muestra lo que hasta ahora es la joya de la corona: el foro romano de unos 580 metros cuadrados, donde se conserva el mármol blanco que cubría el suelo de la curia y parte de sus robustos muros; lo que hoy en día sería el salón de plenos de un Ayuntamiento.
Aljibes de evacuación con cañería de plomo, usados a lo largo de las distintas épocas, cisternas, pavimentación y el mercado o macellum, del que se conservan la estructura en piedra de los puestos de venta de carne de vacuno y pescado, son otros de los atractivos que muestra este parque. Junto a ellos, varias esculturas como una Thoracata, captan la atención en medio de un mar de olivos.
Torreparedones recibe y despide al visitante con un torreón de la Baja Edad Media, concebida por su estratégica posición en la frontera castellano-nazarí antes de su despoblamiento por causas que se desconocen a finales del siglo XVI. Hoy, toda esa historia se quiere reconstruir en este lugar de la campiña donde además se está levantando un centro de interpretación de un asentamiento que, según Morena, tuvo el nombre de Ituci Virtus Iulia.
Juan Javier Ríos
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