martes, 17 de junio de 2025
Enalta
Revista Adiós

En la muerte de Raquel Welch / Ginés Garcia Agüera

16 de febrero de 2023

En la obra maestra del cine carcelario, “Cadena perpetua”, dirigida por Frank Darabont en 1994, y basada en un relato corto de Stephen King, el preso protagonista, Andy Dufresne, va modificando la decoración de su celda conforme avanzan los años. Una gran fotografía -o un poster, si prefieren-, que en realidad oculta un túnel que le llevará a la libertad, nos muestra, primero, a Rita Hayworth, más tarde a Marilyn Monroe, y por último, a Raquel Welch en una imagen sacada de la película “Hace un millón de años”, en la que la actriz apodada “el cuerpo”, luce un dos piezas prehistórico y ajustado al orden y la ensoñación de millones de seres rendidos a un destino insoslayable. El devenir temporal, histórico, de la película, está marcado por la presencia de tres iconos de la historia del cine, tres presencias que han marcado a tantas generaciones.

La última de ellas, Raquel Welch, termina de entonar su último adiós a la edad de ochenta y dos años, y curiosamente gracias a una muerte sucedida, vuelven a aparecer en las pantallas y los informativos gráficos, las huellas del esplendor pasado. Y el recuerdo, cada uno el suyo propio, de la actriz, del mito, de la presencia imponente. El recorrido se pasea por el bikini de la edad de piedra, claro, pero sin olvidar a la científica de “Viaje alucinante”, la vengadora de “Ana Caulder”, la transexual que se montó en “Myra Breckinridge”, a lado nada menos que de Mae West, la monja imposible de “Barba Azul”, la Sarita indomable de “100 rifles”, o la ingenua pequeña estrella de “Fiesta salvaje”. Cada uno es cada cual, y yo me quedo con la Welch que encarna a Constance Bonancieux (en la foto), la esposa del casero del mismísimo D’Artagan en “Los tres mosqueteros”, una película rodada en España a mediados de los setenta del siglo pasado, y dirigida por Richard Lester, sobre el clásico de Alejandro Dumas, trabajo que le valió un globo de oro. Claro que Raquel Welch tenía que haber interpretado a Milady de Winter, personaje como más malvado, más de mujer fatal pero así es el cine, caprichoso. Qué quieren que les diga; cuando aparece en un mercado de El Escorial, con un canasto de mimbre colgado de un brazo, el pelo revuelto y moviéndose, como ingenua y salvaje, entre sandías y calabacines, ni extrañarse de que el mosquetero de Gasconia, cayera rendido a sus pies y a su canastilla.

Luego, años más tarde, en 1985, Raquel Welch volvió a España para interpretar el anuncio navideño de Freixenet. Y quien haya olvidado aquel mono negro de encaje, ceñido, los tacones altos y las dotes de cantante y bailarina de la actriz, que cuente con mi enemistad para siempre. Aquel año, Freixenet multiplicó ganancias, y más de uno invirtió horas frente a la pantalla del salón de casa a la espera de que comenzaran los anuncios. La vida.

Raquel Welch. Descansa en paz. No podremos olvidarte jamás.

 

En la fotografía, Raque Welch como Constance Bonancieux