En plena campiña madrileña, a las afueras de una ciudad Patrimonio de la Humanidad como es Alcalá de Henares, se encuentra el Cementerio Jardín: un lugar único donde la serenidad del paisaje y la memoria de quienes partieron se funden en armonía. Con esta candidatura, nos presentamos a la IX edición del Concurso de Cementerios con el propósito de reivindicar este espacio no solo como un recinto funerario, sino como un verdadero refugio de vida, cultura, arte, sostenibilidad y memoria.
Inaugurado en 1992, el Cementerio Jardín se postula como una alternativa moderna al concepto tradicional de camposanto. Su trazado paisajístico, que se extiende a lo largo de 35 hectáreas, está pensado para ofrecer consuelo desde la belleza de la naturaleza. Zonas verdes cuidadosamente diseñadas, lagos tranquilos, una amplia variedad de especies vegetales y rincones simbólicos conforman un entorno donde el duelo se transforma en contemplación y recuerdo sereno.
En el marco de su compromiso con el medioambiente, el Cementerio Jardín de Alcalá de Henares presenta su candidatura a la categoría de Mejor Iniciativa Medioambiental, con especial protagonismo del proyecto Bosque de la Vida, un espacio pionero a nivel nacional que combina ecología, espiritualidad y memoria en un entorno plenamente natural.
El Bosque de la Vida nace con una visión clara: transformar la despedida en un acto de amor hacia el planeta y convertir el duelo en una oportunidad de regeneración. Se trata de una extensión de más de 9.900 metros cuadrados en la que la naturaleza acoge las cenizas de quienes han partido, mediante servicios sostenibles que se integran con el ecosistema local. Este proyecto responde a una necesidad cada vez más presente en nuestra sociedad: decir adiós desde el respeto ecológico, en coherencia con los valores de sostenibilidad, conciencia ambiental y armonía con el entorno.
En el Bosque de la Vida, las cenizas se inhuman directamente en la tierra, utilizando urnas 100% biodegradables, cuidadosamente elegidas para integrarse con el entorno sin contaminar el suelo. Esta conexión directa con la naturaleza permite que lo que un día fue vida vuelva a formar parte del ciclo natural, de forma limpia, serena y respetuosa.
No hay cemento, ni plásticos, ni barreras que interrumpan el ciclo natural. Solo tierra, raíces, aire limpio y el tiempo que, poco a poco, devuelve todo a su origen.
Esta forma de despedida no solo honra a quien partió, sino también a la tierra que nos sostiene, convirtiendo el adiós en un acto profundamente sostenible y lleno de sentido.
En el Bosque de la Vida, cada inhumación es una promesa silenciosa con el planeta: vivir en armonía, incluso después de partir.
Dentro de este espacio, se encuentran diversas propuestas simbólicas, cada una de ellas pensada para honrar el recuerdo desde la belleza natural y la conexión emocional con el entorno:
Estos servicios no solo reducen el impacto ambiental del proceso funerario, sino que promueven una cultura de respeto y pertenencia al medio natural. A través del Bosque de la Vida, el Cementerio Jardín contribuye activamente a la protección de la biodiversidad, al mantenimiento de zonas verdes y al desarrollo de un modelo de cementerio más consciente, sensible y comprometido con el futuro.
Además, este proyecto va más allá de su función práctica. Tiene un profundo componente educativo y de sensibilización. Con él, se fomenta una conversación social necesaria sobre el modo en que nos relacionamos con la muerte, el medioambiente y nuestro legado. Se trata de una apuesta clara por reconciliar ecología y memoria, entendiendo que lo que dejamos también puede convertirse en semilla.
El Bosque de la Vida es un ejemplo real y tangible de cómo los cementerios pueden reinventarse y convertirse en espacios de vida, cuidado y esperanza. Por todo ello, creemos que esta iniciativa merece ser reconocida como una referencia nacional en innovación ambiental y funeraria.