Un dicho popular dice que “la muerte es ley de vida” y constata de esta forma que es un hecho cotidiano inevitable y lógico. Durante todo el año, pero muy especialmente el Día de Todos los Santos y el Día de los Difuntos, los cementerios se llenan de gente que visita las tumbas de sus antepasados, las adornan y cuidan su aspecto exterior y les ponen flores, no únicamente a sus parientes más cercanos, sino a familiares lejanos, amigos o desconocidos.
Las visitas al cementerio son algo más: paseamos por las calles tranquilas, observamos las tumbas y los mausoleos (panteones) y admiramos su construcción y sus elementos ornamentales. El cementerio se convierte así en un espacio público próximo a nuestra vida cotidiana, que nos permite hacer un recorrido a través de la historia de nuestra ciudad.
La construcción del cementerio de Vilafranca del Penedès empezó en 1839 coincidiendo con el periodo de inicio de las corrientes románticas de finales del siglo XIX y principios del XX. Se construyó en un solar que ocupaba el antiguo convento de los capuchinos y pasó al municipio cedido por el Estado en 1837 como consecuencia de la desamortización de Mendizábal.
Su planta es rectangular y forma un conjunto de construcciones funerarias, jardines y una capilla pública. Arquitectos renombrados como Santiago Güell, August Font o Antoni Pons diseñaron algunas de las edificaciones más notables, buena muestra de la posición social de las distintas personas o familias que en él están enterradas. El cementerio es un lugar lleno de elementos arquitectónicos interesantes, diseñados por ilustres arquitectos antes mencionados.
Como parte de nuestro patrimonio arquitectónico, el cementerio de Vilafranca recupera ahora todo su valor cultural y nos invita a recorrer sus calles observando uno de los pocos signos colectivos de recuerdo de los difuntos de nuestra sociedad.
Es por este motivo que desde el Servicio de Turismo del Ajuntament de Vilafranca del Penedès decidimos mostrar el cementerio como un lugar de interés público, un “museo al aire libre”, sin desvincularlo de un espacio de recuerdo.
Vilafranca muestra su cementerio con la visita guiada teatralizada. Una visita guiada y acompañada de diversos personajes que nos van introduciendo en la historia del cementerio y, por extensión, en la de Vilafranca.
Los personajes, el guía y el propio recinto son garantía de una visita entretenida a la vez que tranquila, que transcurre entre los caminos del tiempo.
Les visitas se realizan en dos modalidades:
Cementerio Patrimonial
Se realizan 5 visitas anuales para dar a conocer el patrimonio arquitectónico, artístico, histórico, botánico y cultural.
A parte de estas 5 visitas, se realizan visitas según demanda para asociaciones, escuelas, particulares y otras demandas.
Cementerio Patrimonial Teatralizada
Se realizan 5 visitas nocturnas en los meses de octubre y noviembre para dar a conocer el patrimonio arquitectónico y la parte histórica y cultural del mismo
Unos de los rasgos singulares del cementerio es que no está visualmente separado del exterior. Encima de la piedra del zócalo, proveniente del derribo de la capilla de Nostra Senyora del Portal (siglo XIX), hay una reja de hierro que cierra el espacio funerario por la parte de mediodía y permite el contacto visual entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Actualmente el cementerio está dividido en siete recintos. El primero fue inaugurado el 23 de abril de 1839, con dos secciones que se levantan a cada lado de la capilla. Es un recinto de planta cuadrada con un paseo perimetral y dos centrales que forman una cruz, uno de los cuales se extiende desde la puerta principal hasta la capilla pública, y el otro enlaza con el segundo recinto.
La primera ampliación es de 1876, hacia el lado norte, con un recinto similar, aunque más reducido, con paseo perimetral y dos centrales que delimitan cuatro parterres rectangulares en que se levantan panteones y capillas.
El tercer recinto, también rectangular, es de 1884. Es un cementerio neutro, con entrada independiente, y se unificó con los primeros dentro de los actos de celebración de la República, en 1932, con el derribo de la cerca que separaba el recinto católico y el civil. Este recinto es el único en que las calles tienen nombre: vía Sant Fèlix, Sant Pau, Sant Ramon, Sant Jocund y Sant Jaume, patrones de la ciudad.
El cuarto recinto, conocido como el de los abortos, está situado a la derecha de la capilla, y se accede a él por unas escaleras del primer recinto. Tiene una única sección y se conoce desde 1865. A la izquierda de la capilla, se encuentra el cementerio de los cristianos evangélicos, con entrada independiente, actualmente inutilizada, construido después de la Guerra Civil.
El quinto recinto se desarrolla entre 1954 y 1960, y está situado detrás del segundo y tercer recinto, con los que se comunica mediante rampas y escaleras. Es un diseño del arquitecto municipal Fèlix Mestre. Situado detrás de este recinto, a finales de los setenta del siglo XX se proyectó la ampliación hacia el monte Sant Pau. Se trata del sexto recinto.
El último recinto construido es el séptimo, fechado de 1988, de Pau Batlle y Francesc Sacarés. Situado a continuación del tercer recinto, cierra el lado norte del cementerio en forma de semicírculo. Una primera disposición de nichos forma la corona, y una segunda franja organiza el tramo final del cementerio. En la parte posterior de los nichos se puede ver un híbrido nuevo de un cruce entre cipreses. Fuera del cementerio está la caseta del vigilante, de 1918, de influencia noucentista, del arquitecto municipal Antoni Pons.
Nuestro cementerio forma parte de la red de Cementerios de Europa ASCE.