Traslado de los restos de Don Marcelino Menéndez Pelayo desde el cementerio de Ciriego a la Catedral de Santander
La cripta fue adquirida como permuta del terreno que la familia poseía en el antiguo cementerio de San Fernando(1). En julio de 1895 se aprueba dicha permuta y “se autoriza a reutilizar los materiales, que no podrán ser trasladados hasta que la cripta esté realizada, y trasladar los restos previa autorización del gobierno civil” (2). El autor de la mencionada cripta fue el arquitecto Valentín Ramón Lavín Casalís (1863-1939).
En la actualidad, entre otros, se encuentran inhumados:
Juan Pelayo (1830-1893): cirujano eminente que, siendo director del hospital de San Rafael, falleció por atender hasta la extenuación total a los heridos en la catástrofe del “Cabo Machichaco”.
Enrique Menéndez Pelayo (1861-1921): médico y primer bibliotecario del tesoro bibliográfico que logró formar su hermano D. Marcelino, pero, sobre todo, escritor muy notable
Marcelino Menéndez Pelayo (1856-1912) fue inhumado en esta cripta familiar. El 26 de agosto de 1956 sus restos fueron trasladados a la Catedral de Santander, coincidiendo con el centenario de su nacimiento.
El Archivo Catedralicio de Santander alberga la correspondencia (3) que durante los tres años anteriores al traslado tuvieron la Sociedad Menéndez Pelayo, el escultor Victorio Macho y el Deán. Entre toda la documentación existente transcribimos la más interesante relativa a su traslado desde Ciriego a la Catedral de Santander:
El día 26 a las 11 de la mañana saldrá de la Diputación sobre un Armón de Artillería, el féretro con los restos de Don Marcelino Menéndez Pelayo.
A dicha hora deberán encontrarse en aquel lugar el Ilmo. Sr. Obispo de la Diocesis, Cabildo de la Catedral y Cruz de la Catedral. Igualmente se encontrarán en el lugar y hora indicados, las Cruces de todas las Parroquias en esta ciudad. Al llegar el cortejo a la Avenida de Alfonso XIII, rezará un responso el Ilmo. Dr. Obispo de la Diocesis, que será cantado por la Coral de Bilbao. A continuación se entrará en la Catedral donde será colocado al ataúd sobre un túmulo preparado a tal efecto. El funeral le oficiará el Cardenal de Tarragona, corriendo la oración fúnebre a cargo del Ilmo. Sr. Obispo de Tuy, siendo cantado dicho fuera por frailes del Convento de Silos ó por Dominicos de las Caldas. El responso al final del funeral, será cantado por coristas de Santanderinos, y, en el momento del enterramiento, intervendrá la orquesta nacional.
Dentro de la catedral se situarán en la nave de la Epístola, una vez que haya entrado el jefe del Estado, el Clero Regular y Secular, que con el Cabildo asista al cortejo.
En la nave central se situará el cortejo oficial, y en la del Evangelio, las señoras invitadas, con mantilla española.
Y no podemos finalizar el relato del traslado de los restos mortales de don Marcelino con lo publicado en la prensa de la época: “El monumento a Don Marcelino” en la Catedral de Santander de E. Cuevas en el ABC, 19 de enero de 1956:
Victorio Macho (1887- 1966): Vinculado desde su juventud a la Escuela de Bellas Artes de Santander son de destacar las palabras de por el entonces joven escultor en el lecho de muerte de Don Marcelino: “Amortajado con el hábito franciscano; su noble resto, abismado en el más allá parecía como tallado en marfil. La hermosa frente del sabio parecía como si irradiase luz y el cráneo digiérase que reposaba sobre grandes incunables. Contemplé largamente aquella manos de poeta que acariciaban los códices amorosamente y escribieron tantas obras trascendentales y que ahora ya, en su estatua yacente, se convertirán en símbolo perdurable: una, descansando sobre la cruz en el pecho y las páginas de un libro: la otra, con la pluma de ave como si al recoger los postreros pensamientos del insigne polígrafo hubiera quedado paralizada, caída y yerta sobre la losa sepulcral. Guardé al cabo de tantos años aquella visión impresionante a la que ahora pretendo dar forma plástica.