sábado, 20 de abril de 2024
Enalta
Revista Adiós

Montserrat Oliva/Hugo García


Montserrat Oliva es Graduada en Historia del Arte por la Universidad de Barcelona y Hugo García es Postgrado en Historia del Arte por la Universidad del País Vasco.

| Panteón Urrutia Miró, un icono del arte funerario catalán

27 de marzo de 2018

Se trata de un conjunto situado en el Cementerio de Montjuïc de Barcelona de estilo neoclásico que se ha convertido en uno de los más emblemáticos e icónicos del arte funerario de nuestro país.

Panteón Urrutia Miró, un icono del arte funerario catalán

El arte funerario estuvo habitualmente vinculado al ámbito eclesiástico, pero durante el siglo XIX las nuevas leyes de salubridad propiciaron el inicio de la construcción de nuevos cementerios para satisfacer la demanda creciente de espacios donde enterrar a los difuntos. Parte de este nuevo requerimiento procedió de la emergente nueva burguesía que pretendió convertir sus sepulcros en un elemento más de distinción que reflejase su creciente y floreciente estatus social y económico. Esta evolución, desde un simple elemento conmemorativo o nostálgico hacia un signo de opulencia y rango social, es sumamente relevante, pues la ambición de esta alta burguesía junto a sus elevados recursos económicos permitió la contratación de artistas reputados que acometieron la construcción de obras de gran valor artístico, originalidad e incluso reconocimiento internacional. Es el caso del monumento que nos ocupa, el panteón que la familia Urrutia Miró encargó al arquitecto Antoni Vila Palmés, un conjunto situado en el Cementerio de Montjuïc de Barcelona de estilo neoclásico que se ha convertido en uno de los más emblemáticos e icónicos del arte funerario de nuestro país.
Augusto Urrutia Roldan (1875-1928), natural de Caracas, debía su fortuna a sus padres, Martin José Urrutia y Geltrudis Roldan Vivas (1846-1918), indianos que tenían haciendas y plantaciones de cacao en Venezuela, y cuyo elevado estatus y reconocimiento socioeconómico los hacía habituales en las páginas de sociedad de la prensa de la época que se hacía eco de los acontecimientos más importantes en los que participaban. Los Urrutia profesaban una gran amistad con el arquitecto Antoni Vila Palmes, a quien no sólo encargaron este panteón sino que también encomendaron la construcción de dos magníficas residencias modernistas: la ya desaparecida “Villa Jesusa”, su residencia habitual, y “Villa Urrutia” que era la residencia de verano.
Como hemos comentado el Panteón Urrutia es una construcción de corte neoclásico que destaca especialmente por su monumentalidad y preeminente belleza clásica. Su división en tres zonas bien diferenciadas lo hace especialmente singular. En primer lugar encontramos una gran escalinata que, desde la planta baja, da acceso a un segundo nivel, compuesto por una galería flanqueada por columnas jónicas cuyos capiteles se realizaron siguiendo el modelo del Templo de Apolo Epicuro en Bassae. Bajo el techo de esta galería se pueden observar varios clípeos realizados en mosaico que reproducen una iconografía cristiana relacionada con la vida eterna, y cuyas inscripciones hacen referencia a la oración conocida como “Gloria”. En uno de ellos se lee “Gloria a Dios en el cielo” y en el otro “En la tierra paz” expresiones tomadas del Evangelio de Lucas (Lc 2:14). Estos mosaicos tienen forma circular, un perfil muy habitual en el arte funerario que hace referencia a la eternidad al no existir en esta forma geométrica ni principio ni final.
Bajo la planta principal hallamos la cripta a la que se accede mediante una estrecha escalinata trasera. Esta cripta destaca por su original y compleja arquitectura y por toda la iconografía presente, muy representativa de toda la simbología del mundo funerario con abundancia de cruces, hojas de laurel, anclas, ánforas o crismones. Incluso aparece la flor del opio, la cual, por sus propiedades de adormidera, es a menudo asociada al sueño eterno. En el altar encontramos un relieve en mármol donde se representa un llanto sobre Cristo muerto.
Este espacio se ilumina gracias a unos pequeños óculos con vidrieras, aunque estas últimas lamentablemente han desaparecido, conservándose únicamente una de ellas con una vanitas que nos recuerda, mediante la representación de un reloj de arena, la fugacidad de la vida.
El panteón fue construido en 1908 tomando como referencia el desaparecido Mausoleo de Halicarnaso (377 - 353 a. C), aunque también recibe influencias notables de las stoas clásicas, pórticos columnados que eran fundamentales en el urbanismo de las ágoras. Sin embargo podemos apreciar elementos característicos de otros estilos que aportan cierto grado de eclecticismo a la construcción. Los peldaños que dan acceso al panteón, decorados mediante volutas a la maniera de las que Michelangelo Buonarroti diseñó para la Biblioteca Laurenciana de Florencia, o la columnata que, por su forma curva, nos recuerda a la de la plaza de San Pedro del Vaticano, diseñada por Gian Lorenzo Bernini, son ejemplos de esta heterogeneidad estilística.
Además de su destacada y notable calidad arquitectónica, el Panteón Urrutia sobresale especialmente por las dos magníficas esculturas en mármol que lo decoran. La primera de ellas, lamentablemente ya desparecida, que coronaba el mausoleo en la parte más alta de la edificación, simbolizaba la alegoría de la fe. La pieza representaba un efebo con el cabello corto que vestía un himation griego recogido en el hombro derecho que  dejaba parte de la espalda izquierda al descubierto. Su pie izquierdo se adelantaba ligeramente formando un contrapposto que proporcionaba armonía y movimiento a todo el conjunto.
La segunda preside el primer nivel del panteón. Se trata de una escultura de bulto redondo que representa un ángel, con las alas desplegadas, reclinado desconsoladamente sobre un sarcófago y que con su brazo derecho cubre parcialmente su rostro. Dicho ángel tiene el pelo corto y un exiguo ropaje que desnuda parte de su anatomía. Es representado de manera frontal y con una postura bastante forzada y poco natural que provoca una evidente tensión en la musculatura de sus extremidades. No obstante, a pesar de esta manifiesta rigidez, el conjunto es capaz de desprender la sensación contraria, transmitiendo una calmada tristeza, dolor y desolación.
La figura de este ángel está claramente inspirada por el friso en mármol hallado en el Mausoleo de Halicarnaso, actualmente en el British Museum, que representa la batalla entre griegos y amazonas del año 350 a.C. Otra influencia evidente del ámbito funerario la encontramos en la figura neoclásica presente en el monumento fúnebre de María Cristina de Austria que se encuentra en la Iglesia de los Agustinos de Viena, obra del gran escultor Antonio Canova y realizada entre los años 1798 y 1805. 
Además de estas inspiraciones anteriores, una obra contemporánea al panteón pudo haber ejercido una notable influencia sobre esta escultura. Según Sandra Berresford , en 1907, un año antes de la construcción del Panteón Urrutia, el escultor Ettore Ximenes labró para la sepultura de Bianca Giannone en el Cementerio de Roma Campo Verano un ángel en bronce. La inclinación y posición de éste y la forma de sus alas guardan similitudes innegables con las del ángel del Panteón Urrutia, hecho que evidenciaría la conexión entre ambas piezas.
La autoría de ambos conjuntos escultóricos ha sido atribuida durante décadas a los escultores Martínez y Fortuny, siendo la única evidencia de dicha autoría su firma grabada en la fachada del panteón. Cabe mencionar, como demuestra esta misma firma, que Martínez y Fortuny eran dos escultores distintos y no uno sólo con apellido compuesto como alguna bibliografía o portales de la red afirman. Del primero apenas se sabe que se llamaba José Martínez Girona y que en 1903 trabajaba en solitario en la ciudad de Barcelona, mientras que en 1908 ya colaboraba con Fortuny, personaje del cual desconocemos el nombre.
A pesar de la existencia innegable de dicha firma hay una serie de indicios que conducen a pensar de manera casi inequívoca que en realidad esta pareja se limitó a trabajar en la escultura decorativa del panteón mientras que las piezas exentas principales fueron realizadas por otro autor.
Siendo ambos escultores unos perfectos desconocidos, de los que apenas existen ni documentos ni informaciones escritas, ni de la época ni posteriores, y que no haya constancia de ninguna obra suya mínimamente relevante, es difícil aceptar que se les  confiara un encargo de semejante complejidad. De hecho su única obra destacable, al margen de algunos relieves para lápidas de nichos, fue la escultura decorativa que hicieron para el Panteón Magín Oromí Vidal situado en el Cementerio de Montjuïc, precisamente también diseñado por el mismo arquitecto Vila Palmés. Siendo difícil aceptar que unos escultores apenas conocidos recibieran un pedido de tal envergadura, es aún más paradójico pensar que de haber acometido tan exitosamente dicha empresa nunca más hubieran sido contratados para llevar a cabo trabajos similares.
Es por otro lado muy habitual en la fachada de los panteones encontrar la firma de los talleres de escultura encargados de la labra decorativa junto a la del arquitecto principal, mientras que las esculturas exentas están firmadas por escultores mucho más diestros y reputados como el Panteón Roura de Josep Campeny, Tumba de Belaunzaran Maturana de Venanci Vallmitjana  o el Panteón Pascual Coll Portabella de Josep Llimona, todos ellos situados también en el Cementerio de Montjuïc.
Por todo ello parece poco probable que ambos conjuntos escultóricos fuesen realmente labrados por la pareja Martínez y Fortuny como se ha venido afirmando hasta ahora. Obviamente esta conclusión suscita la duda de quién fue entonces su verdadero autor.
Antoni Vila Plamés era un polifacético artista que compaginó la carrera de arquitecto con su otra gran vocación: la enseñanza. Desde 1904 dirigió la Escuela Municipal de Arte de Gracia de Barcelona donde coincidió con el prestigioso escultor modernista Josep Campeny Santamaria (1858-1922), sobrino del gran escultor neoclásico Damià Campeny Estrany (1771-1855). Ambos tenían una gran relación tanto en lo personal como en lo profesional, lo que propició que colaboraran juntos en algunos proyectos que presentaron a diversos concursos de escultura pública. Está misma relación fue la que habría llevado a Vila Palmés a encargar a su compañero Campeny la elaboración de la escultura exenta del panteón Urrutia. Aunque no hay evidencia documental alguna sobre dicha autoría hay una serie de indicios, empezando por las comentadas colaboraciones de ambos autores, que presentan esta hipótesis cómo la más probable.
A lo ya expuesto hay que añadir la gran experiencia que Campeny había acumulado realizando esculturas para panteones funerarios de enorme relevancia como el Panteón de Pere Llibre o el Rocamora, situados en el Cementerio de Montjuïc, o el de Alfonso Ugarte localizado en el Cementerio Presbítero Matías Maestro de Perú, lo que hace más plausible que se le hiciera a él el encargo y no a Martínez y Fortuny. Campeny además dejó de firmar a menudo muchas de sus obras funerarias del Cementerio de Montjuïc como las esculturas de los panteones Roura i Tort, Hipogeo Pena Costa, Panteón de la Familia Boada, Panteón Eduard Puig i Valls o el Panteón Leandro Albareda, entre otros, razón por la que la ausencia de su firma tampoco sería sorprendente.
Existe igualmente una concordancia casi absoluta entre las esculturas del panteón y gran parte de la obra de Campeny, no sólo a nivel estilístico sino incluso en detalles mucho más concretos. El uso de una cabellera corta en ángeles, botones y cenefas en la ropa con unos detalles muy propios de las composiciones de Campeny, la representación de las alas angelicales a semejanza de las alas de los cisnes añadiendo unas plumas gruesas y largas que sobresalen en su punta o la actitud enérgica a la vez que dramática y contenida presente en sus ángeles son ejemplos de estas similitudes. También encontramos una semejanza más que notable entre el grupo escultórico del Panteón Ramón Blanco de Erenas del Cementerio de Montjuïc y el del Panteón Urrutia, ambos mausoleos muy cercanos en el tiempo pues el primero es de 1908, año en el que se presentaban los presupuestos del Urrutia y se iniciaban sus primeros trabajos de construcción.
Finalmente, un reciente hallazgo en el Cementerio de Tolosa podría ser la piedra de toque que permita atribuir definitivamente las esculturas del panteón Urrutia a Campeny. La restauración del Panteón de la familia Doussinague (1915- 1916) en dicha necrópolis ha permitido la aparición de la firma del escultor en una obra cuya autoría se desconocía hasta ahora. Dicha pieza en mármol vetado gris representa un ángel desolado que se apoya en un sarcófago sobre el que deposita una corona de flores. Con las alas desplegadas majestuosamente, una cabellera corta y vistiendo una larga túnica que destaca por sus detallados pliegues, este ángel doliente presenta unas características claramente similares a las del ángel del panteón Urrutia que permiten asegurar con escaso margen de error que el autor de ambas composiciones fue el mismo.
Quién se encargará posteriormente de trasladar los modelos al mármol es otra incógnita aún por desvelar. Pudo ser el propio Campeny quien llevara a cabo dicha labor o quizás alguno de los talleres marmolistas que ocasionalmente han sido relacionados con el panteón, como el taller de la familia Passani o el de Josep Planas Fàbregas, pues era habitual en la época que un taller marmolista se encargara del vaciado y tallado del bloque de mármol a partir del modelo original para que posteriormente, una vez esculpido, el escultor original hiciera los últimos retoques. En todo caso lo que parece más que probable es que Josep Campeny fue el autor original de sendas esculturas.
Este artículo es un resumen de "The Urrutia Pantheon, funeral architecture and sculpture. Neoclassicism", artículo presentado en la Harokopio University de Atenas con motivo del congreso "Ancient Greek Art and European Funerary Arte" organizado por Association of Significant Cemeteries of Europe.
 
Autores
 
Montserrat Oliva Andrés es Graduada en Historia del Arte por la Universidad de Barcelona con el trabajo de fin de grado titulado "Escultura Funeraria del Cementerio de Montjuïc en el  fin-de-siècle”: un estado de la cuestión” y Master en Gestión Cultural por la Universidad de Girona y la UOC. Se publicó parte de sus investigaciones en la edición digital e impresa del Periódico el día 27 de septiembre con el reportaje "El arte enterrado de Montjuïc" realizado por la periodista Natalia Farré. 
Ha impartido varias conferencias y artículos relacionados con el arte funerario catalán. Entre ellos “L’àngel de la mort: una anàlisi a l’entorn de la l’escultura funerària del modernisme” realizado conjuntamente con la Doctora Mireia Freixa, para el Congreso Internacional “Esculpiendo el Escultor” realizado en la Universidad de Barcelona.
Para la Association of Significant Cemeteries of Europe realizó una conferencia y artículo titulado "The Urrutia Pantheon, funeral architecture and sculpture. Neoclassicism" presentado en la Harokopio University de Atenas con motivo del congreso "Ancient Greek Art and European Funerary Arte".
 
Hugo García es Postgrado en Historia del Arte por la Universidad del País Vasco. Desde 2004 es profesor de Historia del Arte para adultos. Ha impartido conferencias a diferentes asociaciones e instituciones entre las que destacan las Aulas de la Tercera Edad de la Diputación de Álava, la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Álava, la Asociación de Amigos del Museo de Bellas Artes de Álava o el Ayuntamiento de Miranda de Ebro. También ha impartido un monográfico sobre Arte Bizantino para las Aulas de la Experiencia del Campus de Álava de la Universidad del País Vasco. Ha organizado Jornadas de Arte e Historia para el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz y ha trabajado siete años como guía turístico. Tiene publicados artículos en la revista AKOBE. Es el creador del canal de Youtube VitruvioArte y de la web www.vitruvioarte.com
 
Ilustraciones:
Arriba. Panteón Urrutia en la actualidad. Fue construido por el arquitecto Antonio Vila Palmés entre 1908-1911. Fotografía de Montserrat Oliva Andrés.
Detalle del ángel desolado. Fotografía APU Bloguero.