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Revista Adiós

Mercedes Sanz de Andrés


Historiadora del Arte

| La capilla funeraria de los Ayala Berganza en la Catedral de Segovia

21 de enero de 2017

La construcción de la capilla se enmarca entre 1684 y 1700 y es uno de los mejores exponentes de panteones familiares que perpetuaron con su muerte la antigüedad del linaje como prueba de estabilidad, firmeza y solidez.

La capilla funeraria  de los Ayala Berganza en la Catedral de Segovia

La capilla funeraria de los Ayala Bergaza se encuentra en la Catedral de Segovia y es uno de los mejores exponentes de panteones familiares, reflejo del gusto de la sociedad barroca por las exequias celebradas en solemnes espacios.  Su construcción, impulsada por Antonio Ayala Berganza en 1684, es reflejo de la firme voluntad de perpetuar su linaje en un espacio  que se concibe como “Relicario”, “Panteón” y “Oratorio”.
La construcción de la capilla se enmarca entre 1684 y 1700 y es uno de los mejores exponentes de panteones familiares que perpetuaron con su muerte la antigüedad del linaje como prueba de estabilidad, firmeza y solidez. El estudio de esta capilla permite acercarnos a sus mentores intelectuales y artísticos. Puede decirse que en estos sepulcros encontramos las huellas dactilares de los finados o una especie de ADN que permite escribir la vida de sus personajes a través de la muerte.

Origen del linaje Ayala Berganza y vivienda

Para Ruiz de Bucesta y Ceballos Escalera, los Ayala Berganza llegaron desde tierras de La Rioja, concretamente de la villa de Ausejo, donde estuvieron asentados. En Segovia residieron en el palacio de los Ayala Berganza y en muerte han encontrado descanso eterno en la suntuosa capilla funeraria de la Catedral de Segovia. El palacio de los Ayala Berganza se encuentra en el segoviano barrio de San Millán, popularmente conocido como “Barrio de las brujas” y es uno de los mejores edificios de transición entre el gótico y el renacimiento. Este palacio es conocido como “Casa del Crimen” nombre que recibe por el doble asesinato perpetrado el 30 de mayo de 1892 en la persona de Alejandro Bahín Masson e Isabel, su criada.

Antonio Ayala Berganza (h.1601-1687)

El más joven del linaje era Antonio Ayala Berganza, nacido en San Juan de Puerto Rico hacia 1601. Ordenado sacerdote fue canónigo y arcediano de Segovia, así como fiscal de la Inquisición de Valencia y años después de Granada. Los últimos días de vida de Antonio Ayala han sido estudiados por Arturo Hernández que nos ofrece detallada información. Fue José Arpaján, amigo del arcediano y agente del Cabildo en Madrid, quien envía una carta el 26 de enero de 1687 al Cabildo dando cuenta del mal estado de salud de Antonio Ayala y de las pocas esperanzas de vida que tenía. Su fallecimiento se producía ese mismo día, sin hacer testamento, pero sí había dispuesto  cómo debían celebrar sus funerales: “que sus restos se trasladasen a Segovia sin pompa y que en el Catedral se le hiciesen las honras que a los demás capitulares, que a su entierro acudiesen 12 pobres a los que se daría vestido, que en el mismo día se repartiesen 50 ducados entre los pobres vergonzantes, los más necesitados de Segovia y que se dijesen 500 misas por su alma y la de sus difuntos”. Cuando fallece no se había finalizado su capilla lo que obligó a paralizar la obra desde 1687 a 1699.

La capilla y su retablo

La capilla se concibe como “Relicario”, “Panteón” y “Oratorio” y debe ser contextualizada en el marco histórico de la Reforma Católica como respuesta a aquellos aspectos que fueron atacados o negados por los protestantes.  Las trazas de la capilla fueron dadas por José Vallejo Vivanco, pero otro informe presentado por Juan de Ferreras cautivó al arcediano llegando a entregar 22.000 ducados a su muerte en 1687. La doctora Cortón de las Heras informa que “en 1699 Juan de Setién Guemes, Arquitecto Mayor de la Catedral de Salamanca, firmó las condiciones para terminar la capilla según el diseño de José de Churriguera”.  La cúpula de la capilla es uno de los rasgos más característicos de la arquitectura española del siglo XVII y en el año 1700 la capilla estaba finalizada. El retablo es la obra más significativa del panteón familiar. Fue diseñado por José de Churriguera y Juan de Ferreras en 1686 a expensas de Antonio Ayala. Su precio ascendió a 24.000 reales obligándose a asentarlo en 8 meses. En la parte central del retablo se encuentra el tabernáculo giratorio realizado por Antonio Tomé y fue incorporado al retablo en 1718. Todo él es una exaltación a la presencia de Cristo en la Eucaristía. Este expositor gira en función de los tiempos litúrgicos y cada uno de sus lados está decorado con una iconografía alusiva a cada tiempo. Las puertas laterales del retablo conservan en su interior una colección de reliquias que Antonio Ayala se procuró en su vida y que dotó con cien ducados anuales “que an de servir para los gastos que se ofrecieran hacer en el adorno de las reliquias que se pusieren y fueren colocando en dicho oratorio”.

Los sepulcros

Los sepulcros de los Ayala Berganza se encuentran a ambos lados de la capilla y fueron realizados por el cincel de Andrés de Monasterio. En este panteón familiar impulsado por Antonio Ayala Berganza se encuentran enterrados su hermano Juan, fallecido en 1631 y sus tíos Diego y Gaspar fallecidos en 1631 y 1658 respectivamente, todos ellos miembros que ocuparon numerosos cargos como prebendados en la diócesis de Segovia. Los sepulcros en arcosolio reúnen a los difuntos de una misma familia en un sentimiento colectivo de la muerte. En cada uno de ellos está labrada la identidad redactada sobre la piedra con la certeza de saber que la palabra vuelve y permanece eternamente.  Allí están, para siempre, quedando unidas las dos inmortalidades, la terrenal y la celestial vinculando el cuerpo privado del alma y la supervivencia de la escatología.
En el interior de la capilla la luz penetra inmaterial por una cúpula abierta al cielo para envolverse en la materialidad arquitectónica del espacio. Es el encuentro de la luz y la materia  la expresión creativa que designa el lugar exacto del culto funerario entre las almas de los difuntos Ayala Berganza.



Fotos: Mercedes Sanz de Andrés