sábado, 27 de abril de 2024
Enalta
Revista Adiós

Ginés García Agüera


Periodista especializado en cine. Colaborador de "Adiós Cultural" desde el número 1.

CINE | “Cinco lobitos”: de la vida, de la muerte

28 de marzo de 2022

Gran triunfadora del Festival de Málaga con los premios a la mejor película, mejor guion y del público.

“Cinco lobitos”: de la vida, de la muerte

 Probablemente, la película “Cinco lobitos”, va de la vida. Así de escueto, y de profundo si se quiere. Pero es eso. Tan sencillo, tan humilde, tan grande al mismo tiempo. Creo que la sencillez es la palabra que mejor se acerca a una obra cinematográfica que ha arrasado en el Festival de Cine de Málaga con los premios a la mejor película, mejor guion, del público, y el reconocimiento al trabajo de dos actrices en absoluto estado de gracia: Laia Costa y Susi Sánchez. Y naturalmente, si “Cinco lobitos” va de la vida, no podía olvidar esa parte que concierne a la muerte como parte indisoluble de ella. En una secuencia emocionante, cargada de dolor, también de humor, cargada lágrimas, y de sentido práctico, cargada de vida, y de inminencia de lo inevitable, la madre, a punto de morir, deja a su hija las instrucciones precisas: misa, tanatorio, incineración, escrituras de la casa, cuidado del desvalimiento del “aita”, consejos a seguir, precisos, necesarios. La escena, se convierte en un canto a eso que podríamos llamar normalidad en su sentido más literal. Hablar de ello, de la muerte, de las últimas voluntades, de los consejos puntuales ante una desaparición ineludible, y hacerlo así, en el salón de casa, con las carpetas en las que guardamos seguros de decesos, testamentos y certificados de propiedad. Con lágrimas, por qué no, también con resolución. Naturalmente. Y ahí están madre e hija, Susi Sánchez y Laia Costa, logrando la emoción y, por qué no decirlo, alguna lágrima que otra.

La directora de “Cinco lobitos”, Alauda Ruiz de Azúa, accede a su primer largometraje con un guión primoroso, de esos que están llenos de verdad y consistencia. Habla de la maternidad, del desencuentro, de la familia, el amor, los desvelos, los hijos, el cuidado del mayor, la dependencia, el amor, el pasado, la amistad, los papeles a los que nos enfrentamos desde el parto al cementerio. Lo hace de esa manera en la que la lectura de una película nos parece fácil, sencilla, y de pronto, aún sentados en la butaca, percibimos la grandeza y hondura que el paso de los fotogramas nos va enviando suave y contundentemente. Se apoya en un reparto perfecto. Laia Costa y Susi Sánchez ya están mencionadas. Huelen ya, ambas, a futuros reconocimientos, y si no al tiempo. Pero no podemos olvidar a los chicos de la película, impecables el joven Mikel Bustamante y el genio siempre perceptible en el gran Ramón Barea, maestro, imprescindible, actor de raza, genio. Y naturalmente, el paisaje vasco, el mercado, los perros, el cementerio, las vecinas, los antiguos amantes, las canciones en la sobremesa, y unas gafas perdidas encima de un sillón. Decíamos que “Cinco lobitos” va de la vida. Y de la muerte.