jueves, 28 de marzo de 2024
Enalta
Revista Adiós

María del Carmen Barrera Casañas


Licenciada en Filosofía y Doctora en Sociología. Profesora Contratada Doctora, Universidad de La Laguna. Departamento de Sociología y Antropología. Líneas de investigación: Familia, Educación, Género y Muerte.
cbarrera@ull.edu.es
 

| MORIR EN TIEMPOS DE COVID-19

16 de noviembre de 2020

Licenciada Filosofía. Doctora en Sociología. Profesora de Sociología Universidad de La Laguna. Líneas de investigación: Muerte, Familia, Género, Educación y Trabajo.

MORIR EN TIEMPOS DE COVID-19

¿Hasta qué punto durante la denominada pandemia covid-19 ha cambiado la construcción social sobre la muerte y los procesos del morir?. Especialmente en las sociedades económicamente desarrolladas nos encontramos inmersos en un nuevo modelo o tipo ideal sobre la muerte al que se podría denominar: modelo Neo-moderno Postradicional. La retórica conceptual de este nuevo modelo subyace de los tres “tipos ideales” sobre las percepciones y actitudes del ser humano ante la muerte durante los últimos diez siglos. Estos han sido descritos por el sociólogo Tony Walter en su obra The revival of death (1994), a los que ha denominó: Muerte Tradicional, donde el discurso social imperante era el religioso. Muerte Moderna, caracterizado por el discurso dominante científico-médico. Y Muerte Neo-Moderna, categorizado por el discurso psicológico. Si bien no se trata de modelos estadísticamente representativos, pues no existen en la vida social en la propia forma en la que son clasificados, sirven como categorías sociales para poder analizar la compleja realidad social de la muerte, concepciones y visiones del ser humano ante ella. Para cada uno de estos arquetipos el autor desglosa el análisis atendiendo al Contexto Corporal (estudio de las principales causas y trayectorias de muerte, edad media de esperanza de vida, condición del ser humano ante la misma y la visión sobre la muerte de los otros, muerte atípica, nacimiento y muerte social). Contexto Social (incidencia de la muerte y el efecto que provoca en la estructura social). Autoridad (la muerte conocida a través de una determinada autoridad, institución y significado de la misma). Enfrentando a una muerte (estudio sobre el valor ante la muerte, estrategias para aceptarla, apoyo y vigilancia social y comunitaria). El Viaje (representación metafóricamente simbólica de la muerte como un viaje, explicación sobre la muerte, creencia y discursos sobre la misma, así como los estudios de ritos y funerales). Valores (valores, pecados, perdón ante la muerte y la concepción sobre la mejor muerte).
En el nuevo modelo Neo-moderno Postradicional, el análisis sobre el Contexto Corporal nos desvela que, a pesar de la persistencia de las enfermedades del modelo Neo-moderno: cáncer/sida, la muerte arquetipo es el Covid-19. La trayectoria del morir se configura entre la combinación prolongada: las mismas causas de muerte provocadas por las enfermedades del modelo Neo-moderno, y rápida, en el caso del covid-19, tal y como constituían los fenómenos de las plagas en el modelo Tradicional. La edad media de esperanza de vida se está viendo alterada por el impacto que supone su incidencia sobre la población mayor, especialmente sobre la más anciana. La visión sobre “la muerte de los otros” ha pasado a retomarse de manera más frecuente. No obstante, su visibilidad social se manifiesta más a través de los medios de comunicación que en el discurso diario de la vida cotidiana. Hasta cierto punto, tal y como tenía lugar en el modelo Neo-moderno, seguimos siendo testigos del morir sin muerte. Lo que es lo mismo, esta existe frecuentemente, pero (in)visiblemente; si bien en las olas de la pandemia esta visión tiende a verse alterada. Tal y como sucedía en el modelo Tradicional, se ha retomado el sentido de “convivir con la muerte”, controlando o tomando medidas preventivas para que no sea en nosotros mismos. De momento el covid-19 incide más fuertemente sobre la población anciana. Nos horroriza la idea de que llegue a actuar sobre los más jóvenes, concibiendo dicha causa como un mayor “sin sentido”, más incluso que como esta impresión tenía lugar en los modelos Moderno y Neo-moderno. Pues de así suceder, en la conciencia colectiva emergería el sentimiento de exterminio de la humanidad; la creencia sobre la extinción de la especia humana. Aún son escasas las causas de muerte prenatal por el covid-19. Por ello, tal y como sucedía en el modelo Neo-moderno, aún la muerte social continúa precediendo al nacimiento físico. No obstante, el miedo social ante la enfermedad está repercutiendo en el descenso de la natalidad.
En el Contexto Social, en este nuevo modelo, la muerte de los demás llega a retomar características del modelo Tradicional, ya que la muerte de los otros vuelve a incidir fuertemente en la sociedad no solo comunitaria sino también global; llegando con ello a alterar el orden social mundial. Los medios de comunicación juegan un papel fundamental en este proceso: informando diariamente sobre el aumento de casos de contagios, número de fallecidos, muertes de personas de relevancia pública y social, etc. Las prohibiciones y restricciones debido a las medidas sanitarias en los servicios fúnebres, así como la imposibilidad de asistir a los ritos y funerales, que se agudizan en los momentos de alza de la pandemia, y que en el modelo Neo-moderno ayudaban a reconstituir la pérdida, se ven alterados en el este nuevo modelo. Al igual que en el modelo Moderno, el sentimiento de “pena” retoma ahora un alto sentido que es compaginado con el trabajo de aflicción ante la misma. Debido a ello, la intervención no solo de los profesionales para ayudar a los familiares a enfrentar la pérdida se ha visto paralelamente compaginada con el poder hablar sobre la muerte: hacerla pública, más visible en los espacios semi-públicos y privados. Pero al mismo tiempo, y a través de la inyección social del miedo a la muerte, la herramienta más eficiente del control mental y social, simultáneamente, nos acercarnos y alejamos más de ella. Esto es, continuamos negándola.
La Autoridad sobre la persona afectada directa e indirectamente por el covid-19, al igual que en modelo Moderno, vuelve a ser el experto médico. Las decisiones políticas-sanitarias y las órdenes de los/as especialistas de la medicina y del resto de los sanitarios mantienen dicha autoridad. De hecho, en este nuevo modelo de muerte, el discurso dominante vuelve a ser el científico-médico. Debido al grado de contagio de la enfermedad, el espacio donde principalmente muere la persona afectada es el hospital. Institución que principalmente albergaba el proceso de morir en el modelo Moderno; siendo imposible poder hacerlo en el propio domicilio y/o hospicio, como ya tendía lugar en el modelo Neo-moderno.
El Enfrentamiento con la muerte, de uno u otro modo, con o sin sentido religioso y espiritual, sucumbe en la total soledad. La introspección individual sobre el propio enfrentamiento ante la muerte apenas puede ser compartida con familiares, amigos y consejeros. Si bien algunos profesionales como los/as sanitarios (en la medida de lo posible) así como sacerdotes, están jugando un papel fundamental en el acercamiento a los pacientes conscientes de que van a fallecer.
La aplicación de las medidas sanitarias ante la pandemia, limitan e impiden realizar los funerales y despedidas a los muertos, situación que se agudiza en las olas de la misma. En el modelo Neo-moderno Postradicional es la sociedad memorial y el comercio, no tanto la comunidad y el municipio, la encargada de recordar a los muertos (tal y como sucedía en las sociedades tradicionales y modernas). Especialmente en los países occidentales, la negación social de la muerte y el ocultamiento de la misma, incluso en los momentos más fuertes de la pandemia continúan manifestándose socialmente en la total invisibilidad, sin el reconocimiento y gratitud social del trabajo realizado por los profesionales del sector funerario, que son únicamente quienes pueden recoger nuestros cuerpos sin vida, nos inhuman o incineran. Asimismo, para tratarse de un fenómeno mundial, el prácticamente luto social y los escasos actos sobre la memoria de sus víctimas han sido (in)visibilizados. Después de varios siglos, mundialmente hemos retomado convivir solapadamente con la muerte. Asociada exclusivamente a motivos de salud la hemos vuelto a apreciar combativamente; sintiéndola socialmente más cerca, pero tal vez no por ello menos negada y ocultada. Pareciera como si tras el hecho real que está suponiendo convivir diaria y conscientemente con la muerte, esta se manifestara ilusoriamente.