sábado, 20 de abril de 2024
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Revista Adiós

Nieves Concostrina


Redactora jefa de Adiós Cultural.

Firmas | Los radioactivos Curie

17 de marzo de 2020

Dos estrellas en el Panteón de París

Los radioactivos Curie

Cualquier viajero que se haya dejado caer por el Panteón de Ilustres de París sabrá que dos de las estrellas del recinto son Marie y Pierre Curie. Llegaron con todos los honores que merecían en 1995, procedentes de un pequeño cementerio del sur de París, en un pueblo que se llama Sceaux.
La exhumación de una pareja que, para mayor facilidad, está en la misma tumba, no aparenta mayores dificultades... siempre y cuando esa pareja no sea sospechosamente radiactiva.
Pierre Curie murió en 1906 atropellado por un carruaje en París, y de tanto trabajar con el radio, algo contaminado se iría al otro barrio. Pero Marie Curie siguió trabajando muchos más años, hasta su muerte en 1934, y es de suponer que también se contaminaría lo suyo. Murió de leucemia, contraía como consecuencia, se sospecha, de haberse contaminado con el radio y el polonio que manejó.


(Sepultura de cementerio de Sceaux, al sur de París, en donde estuvieron
Pierre y Marie Curie hasta su traslado al Panteón en 1995)

 

Sin embargo, al no tomar precaución alguna a la hora de enterrar cuerpos radiactivos, no quedó más remedio que to-marlas a la hora de exhumarlos en 1995.Testigo de toda esta peripecia exhumadora fue el director técnico de la Ofi -cina de Protección contra la Radiación de Francia. En Jean-Luc Pasquier cayó la responsabilidad de vigilar la exhumación, de aconsejar cómo hacerlo, de ir midiendo a cada paso de la apertura de la sepultura cómo iban los niveles de radiación...
Cuando la Asamblea Nacional de Francia aprobó a petición del presidente de la República François Mitterrand el traslado de los restos del matrimonio Curie al Panteón Nacional, nadie imaginó que fuera tan laborioso abrir esa simple sepultura que guardaba al matrimonio Curie y aún guarda a los padres de él.
En abril de 1995 comenzó la exhumación y se comprobó que el féretro de Marie estaba muy deteriorado, pero ahí descubrieron que, en contra de lo que creían, con ella sí se habían tomado precauciones, introduciéndola en una caja de plomo. Todo el personal trabajó tan protegido, con máscaras y trajes especiales, que más que sacar a los Curie parecía que estaban excavando en Chernóbil.
 Lo importante es que se comprobó que no había radiación apreciable, ni siquiera en ella, pese a haber estado aislada en el ataúd de plomo. Se sabe, eso sí, que los restos de Marie estaban momificados. Pierre estaba en los huesos. Los dos fueron trasladados a otros féretros y por fin, el 14 de abril de 1995 se consumó la exhumación de los Curie a la vez que el cementerio de Sceaux perdía a sus dos más ilustres vecinos. La tumba sigue allí, los nombres continúan, y una plaquita recuerda el traslado y su ingreso el 20 de abril en el Panteón.


(una placa al pie recuerda la ausencia de la ilustre
pareja de científicos)


La muerte, sin embargo, hace extraños compañeros de tumba, porque Marie Curie se echó un noviete físico y ahora lo tiene enterrado enfrente. Podríamos decir que la ciencia los cría y el Panteón los junta.
Hablamos de Paul Langevin, el científico que desarrolló la teoría del magnetismo. Marie y Paul iniciaron una relación cuatro años después de quedarse ella viuda. Ningún problema, salvo para él, porque estaba casado.
Fue durante una reunión de genios científicos que se celebró en 1927 en Bélgica a la que asistieron Marie y Paul, cuando la esposa de Langevin encontró en su casa de París las cartas de amor que la pareja de amantes se cruzaba. Aunque el matrimonio Langevin estaban en proceso de separación, aquel descubrimiento dañó tanto el orgullo de la mujer de Paul, que decidió hacer público el romance de su marido con Marie Curie.
La prensa se cebó con el caso y cuando los dos científicos regresaron de la reunión belga, el escándalo estaba en todas las bocas. Sufrieron un tremendo acoso social y mediático, y los parisinos emplearon horas en rodear la casa de Marie Curie para insultarla y ofenderla. La científica tuvo que irse de París y la relación se rompió.
Quién podía imaginar que la bóveda de los científicos del Panteón iba a reunirlos de nuevo. Allí están Paul Langevin y el matrimonio Curie. Lo importante es que Marie Curie tiene a sus dos hombres cerca. A su marido y a su noviete. Todos ilustres.