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Revista Adiós

Laura Pardo


Periodista especializada en música.
www.laurapardo.es
 

Firmas | Sepultureros ROCKEROS

07 de agosto de 2019

Joe Strummer, Rod Stewart, Tom Petty, Dave Vanian... son algunos de los que probaron suerte como enterradores para conseguir sus primeros sueldos. Les fue mejor en le Rock.

Sepultureros ROCKEROS

Hay músicos que se inspiran en el entorno funerario para sus letras, su imagen o su nombre, como la banda de metal alemana Grave Digger (“enterrador” en inglés), los raperos neoyorquinos Gravediggaz (lo mismo, pero en el argot del género) o los británicos sesenteros The Undertakers, independientemente de su relación con el mundo de los muertos. Pero también hay artistas que han compaginado su vida cultural con el oficio de sepulturero, lo que en ocasiones ha dejado huella en su creación artística.

 Quizás el más célebre sea el británico Rod Stewart, que en los comienzos de su vida laboral estuvo ayudando en el cementerio de Highgate, en Londres.
Durante muchos años los rumores decían que Rod había sido enterrador; y él no lo desmentía para hacer crecer la leyenda. Pero cuando publicó su autobiografía acabó reconociendo que esto en realidad fue un trabajo temporal que duró unos fines de semana, que solamente ejerció de ayudante, midiendo y marcando lo que había que cavar, y que cuando se dio cuenta de que no le gustaba el ejercicio físico, abandonó el trabajo.

Otro que también tuvo sus breves escarceos con las necrópolis fue el floridano Tom Petty, que cuando dejó el instituto se dedicó en su Gainesville natal a cavar fosas y cuidar los jardines del cementerio. Aparentemente en esa época, con su aspecto y pelo largo, era el único trabajo que podía conseguir donde no le exigieran cortarse la melena.
Se dedicaba a ello durante el día para, por las noches, dar conciertos con su primer grupo, los Sundowners. El vídeo de “Mary Jane Last Dance” es una especie de broma privada sobre su relación con los muertos.
También Joe Strummer, en su etapa pre-The Clash, cuando tocaba en un grupo llamado The Vultures e intentaba abrirse paso en el mundo de la canción, fue sepulturero en el cementerio galés de Newport, el St Woolos Cemetery, aunque tampoco duró mucho en el puesto. Le ofrecieron el trabajo en la oficina de empleo y, como le pillaba cerca de casa y pensaba que era una labor para la que físicamente estaba preparado, lo aceptó.
 Al poco tiempo quedó claro que lo del pico y la pala le dejaba extenuado, y cuando le sorprendieron dormido en una tumba, fue despedido.

Joe Strummer, antes de su etapa en The Clash,
trabajó en el cementerios St. Woolos, en Newport
(Gales, Reino Unido)

 
 Quien se tomó el trabajo más en serio y artísticamente tomó una imagen relacionada con su paso por el camposanto fue Dave Vanian, cantante de los pioneros punk ingleses The Damned. Fan de los vampiros y enterrador de profesión hasta que su banda empezó a ganar algo de dinero en los últimos setenta, incorporó la iconografía mortuoria a sus letras y estética hasta el punto de ser considerado uno de los precursores de los grupos góticos de los primeros ochenta. Cuando decidió dejar el puesto de sepulturero, sus jefes le ofrecieron todo tipo de incentivos para que se quedara, pero la música pudo más.
Su compañero de banda Rat Scabies dijo que también probó suerte en el mismo empleo, pero duró poco porque se dedicaba a cantar a grito pelado canciones de Alice Cooper mientras excavaba, con el consiguiente enfado de los familiares de los difuntos que estaban de visita.
 
Y otros dos que asumieron la responsabilidad de cavar tumbas como algo permanente fueron los bluesmen James “Son” Thomas y John Jackson. Nacidos ambos a principios de los años veinte del siglo pasado, aunque a cientos de kilómetros de distancia, concibieron su trabajo como algo serio y duradero, hasta el punto de que el último mantuvo el oficio hasta poco antes de su muerte a los 77 años.
El primero era un músico de Delta del Misisipi cuyo principal medio de vida era ser sepulturero, aunque a partir de los años setenta su obra (además de guitarrista y cantante era escultor) cobró más protagonismo, lo que le permitió ganar dinero con sus otras actividades. Todo su trabajo artístico reflejaba la familiaridad con la muerte que le confería su profesión. En sus letras y conciertos trataba a menudo temas relacionados con esta y, entre las esculturas de barro que hacía, destacaban los cuerpos yacentes, los pequeños ataúdes y sobre todo las calaveras. Estas cabezas a veces incluían dientes humanos que recogía de los dentistas de la zona (otras veces los simulaba con granos de maíz), para enfatizar su consigna favorita “al final  todos acabamos en el barro".


El blusman James "Son" Thomas trabajó de sepulturero casi toda su
vida. Su faceta artistica se centró posteriormente en esculturas y piezas
inspiradas en la muerte.


 Grabó en varias discográficas pequeñas, pero tuvo poca repercusión fuera del circuito blues y fue enterrado en 1993 en una tumba sin lápida. Esto se solucionó tres años después cuando John Fogerty, de Credence Clearwater Revival, financió una en la que se grabó la letra de una de sus canciones, “Beefsteak blues”. Y se tuvo que solucionar de nuevo hace un año, cuando fue reparada después de que se cayera tras apoyarse en ella su hijo Raymond “Pat” Thomas mientras tocaba a la guitarra una canción de su padre en un improvisado homenaje.
Su epitafio reza “Dame bistec cuando esté hambriento, whisky cuando esté seco, mujeres bonitas mientras viva y el cielo cuando muera”.

Por su parte John Jackson, guitarrista de Virginia, había dejado de tocar a mediados de los años cuarenta tras ver las peleas en las que acababan muchas de las fiestas que amenizaba. Poco después se trasladó al condado de Fairfax para buscarse la vida y allí, además de ejercer de enterrador en el cementerio de la ciudad, llegó a montar una pequeña funeraria a pesar de ser analfabeto hasta décadas después. Según contaba en las entrevistas, tuvo que comprar una excavadora para cubrir la demanda del negocio muy a su pesar, ya que pensaba que las fosas se hacían mejor manualmente y él mismo excavó la de su madre. Jackson fue redescubierto para la música cuando estaba ya en su cuarentena, en pleno revival folk, y en los sesenta publicó sus primeros discos. A partir de ahí, gracias a su carisma, se convirtió en uno de los intérpretes más reconocidos de la música negra de la región Apalache y se pudo ganar la vida con sus giras y actuaciones en Estados Unidos y Europa. Pero a pesar de este éxito, siguió trabajando como enterrador hasta poco antes de morir en 2002.