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Revista Adiós

El Tejo

13 de marzo de 2017

Asociado desde la antigüedad a la idea de la muerte, quizás por su toxicidad o bien por su follaje oscuro y sombrío

El Tejo

El tejo (taxus baccata) es un árbol con marcado simbolismo funerario desde la antigüedad, debido a sus hojas siempre verdes que, como las semillas, son venenosas. Su madera es roja, quebradiza y muy dura.


Toda la planta es tóxica, a excepción del arilo, de sabor dulce y muy viscoso, con el que se prepara un jarabe pectoral.Su potente efecto se debe a la taxina, alcaloide que actúa sobre el sistema nervioso produciendo convulsiones, hipotensión, depresión cardiaca y finalmente la muerte.

Es un árbol de gran contenido simbólico entre los celtas, para quienes era puerta a otros mundos como el de los muertos.

Un historiador como A. Schulten dice que los ancianos cántabros inútiles se suicidaban ingiriendo tejo. El historiador hispano Floro escribió que los cántabros derrotados en el Mons Medullius se dieron muerte con tejo. Parece que los soldados celtas llevaban todos en el zurrón semillas de tejo para ingerirlas en caso de caer en manos del enemigo, y evitar de esta forma la esclavitud o incluso la traición a su propio pueblo.

Julio César informa en la Guerra de las Galias que "Catuvolco, rey de la mitad de los eburones, que había compartido los planes de Ambíorix, agotado ya por la edad, y viéndose ya incapaz de afrontar las penalidades de la guerra o de la huida, se suicidó con zumo de tejo, que es muy abundante en Galia y Germania, después de lanzar contra aquel toda suerte de maldiciones por haber sido el instigador de aquella intriga".

El árbol suele aparecer en la iconografía de las inscripciones sepulcrales de los primeros siglos de nuestra era, en el área celta de la península, especialmente al norte de León, Asturias y Cantabria.

Asociado desde la antigüedad a la idea de la muerte, quizás por su toxicidad o bien por su follaje oscuro y sombrío, ha sustituido en numerosas ocasiones a los cipreses en los cementerios.
 
Ovidio
en el libro IV de las Metamorfosis representa el camino hacia el Más Allá agradablemente flanqueado de tejos. "Hay un camino que desciende sombreado por mortíferos tejos; conduce a las moradas infernales a través de mudos silencios; la perezosa Éstige exhala allí sus neblinas, y por allí bajan las sombras de los recién muertos y las visiones de quienes han recibido los honores del sepulcro".

En el tercer milenio a. C., gracias a su gran resistencia, algunos faraones eligieron esta madera para fabricar su sarcófago.

Autor: Javier del Hoyo