10 de julio de 2018
Se bautizaba con selfi (sin la e final) a la imagen que uno toma de sí mismo con la cámara del teléfono móvil
La lengua está inmersa en un continuo proceso de creación de palabras con
las que expresar nuevos conceptos que van surgiendo.
El primer uso registrado de la voz inglesa “selfie” se produjo el 13 de septiembre de 2002 en la edición digital del diario “ABC”, pero hasta 2013 no lorecogió el diccionario de Oxford.
Si hace tan poco tiempo se bautizaba con selfi (sin la e final) a la imagen que uno toma de sí mismo con la cámara del teléfono móvil, este 2018 nos deja dos términos luctuosos que agregar al diccionario funerario: selficidio y selficida.
“Selficidio: cuando la caza de ‘me gusta’ acaba en tragedia”.
Así titulaba “El Mundo” digital el 20 de marzo de este año la imagen de una menor agarrada a una viga, a 40 metros del suelo. Es la última de un fenómeno que ha dejado ya cuatro víctimas en España desde 2014.
¿Ejemplos?
Muchos. El matrimonio polaco Michal y Hania Mackowiak se despeñó por un acantilado, ante sus hijos de seis y cinco años, mientras se hacía un
autorretrato.
David González- Mellado murió en Toledo después de que un toro le cornease la tráquea mientras grababa un encierro con su móvil.
El mexicano Óscar Otero posaba con su pistola para las redes sociales y, accidentalmente, se pegó un tiro en la cabeza. En 2014 un español de 21 años murió en Jaén electrocutado mientras subía a la parte superior de un
tren para hacerse una autofoto.
Las muertes por selfi o selficidios se han sucedido en los últimos años en todo el mundo sin provocar alarma social ni una reflexión colectiva. Al revés: a medida que se multiplican los teléfonos sofisticados, lo hace también el afán por inmortalizar y compartir momentos únicos.
Instantáneas que sirven para calibrar el grado de exhibicionismo (¿y estupidez?) de una sociedad hiperconectada.
Pero ya lo dice el refrán: “Quien ama el peligro, perecerá en él”.
La última noticia sobre la moda de hacerse fotos en situaciones extremas no acabó en muerte de milagro.
Una adolescente de 14 años tuvo que ser rescatada por los Mossos d’Esquadra de la cornisa de un octavo piso de Barcelona. El propio cuerpo policial lo hizo público en su cuenta de Twitter. “¿Crees que merece la pena arriesgar tu vida para hacerte una foto así? ¡Piénsatelo dos veces antes de coger el móvil!”. La advertencia iba acompañada de una imagen de la menor agarrada a una viga suspendida a 40 metros del suelo, como si fuera una escena de “Tomb Raider”.
La web de periodismo Priceonomics, en un estudio realizado entre 2014 y 2016, contabilizó 49 personas fallecidas al hacerse una foto con la que presumir en las redes. Cuatro de las víctimas eran de España, solo superada por India (19), Rusia (7) y EEUU (5).
Escrito por Javier del Hoyo