Yolanda Cruz

Memoria histórica, covid y ausencias. Funespaña vuelve a patrocinar el premio especial al mejor cortometraje que aborde el tema de la muerte y del duelo en el Festival Internacional de Cortometrajes Visualízame, de Fundación Inquietarte. El cortometraje ganador ha sido la producción argentina “El amor contra la muerte”, dirigida y producida por Romina de la Torre y Lisandro Gallo (2016), por ser un reflejo del compromiso con las personas en el que se reafirma Funespaña. “No tengo que contestarte como cuando hablábamos, así entro más profundamente en vos. Elijo el lado opaco de tu rostro que tan bello es. Tengo ante mí, para mí, toda la existencia”. Con estas palabras se dirige el protagonista, en una voz en off, a su amada ausente. Asistimos a la liturgia de una costumbre voluntariamente fijada en la cotidianeidad de la vida solitaria de un viudo.

Año tras año, el día de su primera cita acude al lugar donde reposan los restos de la que fuera su esposa para llevarle, en lugar de una flor, un globo rojo, probablemente, igual al que le regaló aquella tarde, años atrás, cuando su amor naciente inauguraba la que iba a ser su vida en común. Poco importan ahora las citas médicas cerradas en la agenda, las llamadas de los amigos, la búsqueda del hijo asustado, el padre que no responde, ahora, hoy, en este día de nuestro recuerdo, nada importa salvo nosotros.

Los dos cortometrajes finalistas fueron “Retales”, de Giovanni Maccelli, que además resultó ganador como Mejor Cortometraje de Ficción en el XI Visualízame, y “Marcianos” de David del Águila. “Retales” de Giovanni Maccelli (España, 2021), una producción de Zampanó Producciones, con guion de Vanessa Espín quien también es una de las protagonistas. Ambientada en los años 40, en plena dictadura franquista, la acción transcurre una madrugada en el cementerio de La Almudena de Madrid. Dos mujeres, María y Elena, se esconden entre las tumbas mientras a los lejos suenan los disparos de un fusilamiento junto a la tapia del camposanto. Minutos después, con la complicidad del guardián del cementerio, ambas, tijeras en mano, atraviesan una puerta. Al día siguiente amanece con tristeza y los primeros rayos de sol reciben a las figuras encorvadas por el miedo y casi transparentes de angustia, son dolientes a la búsqueda de un vestigio de que el ser querido que buscan en silencio existió alguna vez, para ellos y para la historia. Todo un posicionamiento en favor de la memoria histórica al tiempo que un merecido homenaje a todas las personas que arriesgaron su vida para que otras no dejaran de existir eternamente.

Por su parte, “Marcianos” se presenta como homenaje a las víctimas de covid, a las que han perecido luchando en la cama que se les asignara en el hospital, a las que lo hicieron en casa, solas, y a las que desconocemos y nunca llegaron a ser diagnosticadas. Al mismo tiempo, que un reconocimiento a las familias de los y las sanitarias que han luchado contra el virus, y luchan desde la primera línea, y a sus familias, siempre a la espera de su retorno a casa.