viernes, 19 de abril de 2024
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Revista Adiós

URNA / Roberto Villar

10 de octubre de 2021

URNA / Roberto Villar

Inevitablemente, la urna funciona como contenedor de dos conceptos: Muerte y Democracia. Es posible establecer un paralelismo sin forzar -o forzando lo justo- la cercanía entre estas dos importantes señoras. Cedo el paso a una sucesión de asociaciones más o menos libres, un mecanismo creativo que, los días buenos, activa el motor del pensamiento y la escritura, y los días malos te sugiere que te vayas a dar una vuelta por ahí. Urna: objeto donde se introducen las cenizas de los muertos. Urna: objeto donde se introducen los votos de los vivos. Objeto asociado a la democracia, ese sistema en el que muchos millones de personas -no todas- ejercen su derecho a elegir a sus representantes políticos. Objeto absolutamente democrático en el que muchas personas, una vez muertas y cremadas, son introducidas para descansar eternamente. La urna de la democracia se utiliza para renovar los votos cada tanto, y así refrescar cargos de nuestros representantes políticos. La urna mortuoria, llegado el caso, permite también la renovación de las cenizas que contiene. Es más frecuente que una urna -de las de votar- pueda valer para varios sufragios. No es tan habitual que una urna funeraria pueda valer para contener varias cenizas sucesivas y diferentes. (Ha habido casos.) A veces, las urnas funerarias se entierran. Enterrar las urnas democráticas también es el sueño de muchos y el sueño hecho realidad de algunos. Si un candidato obtiene la mayoría absoluta, sepultado bajo una lluvia de votos, suele dar lugar a la muerte política de un candidato perdedor, quien acaba sepultado -también metafóricamente- por el peso de los votos no obtenidos.  Algunas cenizas son extraídas de la urna y arrojadas al mar, donde desaparecen. Algunos votos son sacados de las urnas y echados al proceloso mar de la corrupción, el engaño y la mentira, donde desaparecen. Ambas urnas son sinónimo de futuro, del futuro que nos espera. Aunque, a menudo, las promesas que nos impulsan a meter nuestro voto en la urna se ven traicionadas. La Muerte, en cambio, nunca traiciona: siempre cumple su palabra: -Vas a morirte -anuncia a lo largo de tu vida. Y te mueres.