A mí, Purgatorio, me suena a sinónimo de Empate. Ni gano los tres puntos, ni me quedo a cero. Nunca juegas la Champions, pero tampoco bajas, jamás, a segunda. Teniendo en cuenta que, aunque tengamos la mejor plantilla, un excelente entrenador y hasta el favor de los árbitros, estamos destinados a perder -vale: con una agradable victoria de vez en cuando-, empatar no es mal promedio vital. Hay que saber perder, dice la frase hecha. También hay que saber ganar, que me parece más difícil aún. Lanzo mi arriesgada premisa con el deseo de que nadie la confunda con “resignación”: lo verdaderamente sabio es conquistar la sabiduría de disfrutar del empate.
Fotografía: Jesús Pozo.