Durante estas madrugadas y atardeceres de la pandemia, el silencio sigue sin ser total, claro, pero se ha poblado de sonidos diferentes, nuevos. Murmullos a los que han hecho sitio los coches que no circulan. Pronto todo volverá a la normalidad -aunque se trate de una nuevapero ahora, mis momentos de insomnio son adornados por lejanas campanadas que marcan las horas. Las tres. Las cuatro. ¿Las seis? Bien, he dormido una hora. A esas alturas del amanecer se suman los pájaros, hasta silenciar a las campanas. Me gusta escucharlas tañer. Me gusta oírlos piar.