A simple vista, este libro puede parecer una mera sucesión de anécdotas de la vida de un anciano desde su infancia, vistas a través de los ojos incondicionales de su nieto. Un bello álbum de recuerdos con el que el niño mantiene presente al abuelo, a pesar de que este hace ya más de un año que “se ha hecho transparente”.

Pero “Mejillas rojas” es mucho más que eso; precisamente gracias al título, pues son esas mejillas las que sirven de eje a una historia tierna y hermosa sobre la relación nieto-abuelo y cómo esta se mantiene más allá de la muerte a través del recuerdo, la admiración y la imaginación.Y es la imaginación la que dota a la historia de tintes surrealistas, presentándonos a un abuelo capaz de las hazañas más inverosímiles, aventuradas, absurdas... todas ellas llenas de fantasía a raudales y, al mismo tiempo, mostrando realidades de la vida a veces nada alegres, pero siempre vividas con optimismo e imaginación, y narradas con un delicioso tono poético.





Las ingenuidades infantiles, las aventuras juveniles, el amor y sus locuras, la guerra y sus dolores... que pasó el abuelo en las distintas etapas de su vida son presentadas a través de la mirada llena de veneración del pequeño protagonista y reflejadas en los expresivos dibujos de colores cálidos.





Los dos personajes están unidos por esas historias que cuenta el abuelo, el respeto y cariño mutuos y las mejillas rojas del título, símbolo de la vida feliz que incluso puede durar más allá de la muerte para quien se queda y para quien se va. Una felicidad que permite que sonriamos ante el exceso trágico que suele acompañar a la muerte, y que nos preguntemos con el anciano, ante la sorpresa de llevar ya un año muerto “¿Y a quién le importa eso?”