martes, 23 de abril de 2024
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Revista Adiós

El Museo de Londres expone desde hoy los hallazgos en un cementerio del siglo XIX que se usaba para esconder tráfico de cadáveres

Publicado: viernes, 19 de octubre de 2012


Anna Campbell murió en 1819 a los 63 años y que pidió ser enterrada en un ataúd de hierro, que forma parte de la exposición.

El hallazgo de 262 ataúdes en un cementerio olvidado del Royal London Hospital ha dado pie al Museo de Londres para desenterrar una historia del siglo XIX, cuyos ingredientes son la cirugía, el tráfico de cadáveres y la superstición.
La exposición "Doctores, disección y resucitadores", que se presentó ayer y que se inaugura hoy, muestra parte de los restos encontrados en 2006 por un equipo de arqueólogos del museo, quienes hallaron en los huesos señales evidentes de disección, amputación, autopsia o uso para la enseñanza.
El cementerio excavado se utilizó entre 1825 y 1841, un período en el que el conocimiento de la anatomía humana y de la cirugía gozó de un rápido desarrollo en Londres, que era entonces la ciudad más poblada del mundo.
Pero la falta de anestésicos o antisépticos convertía la cirugía en una práctica macabra que requería rapidez y mucha experiencia, por lo que los cirujanos necesitaban experimentar con cuerpos sin vida.
La necesidad propició el tráfico de cadáveres, que llevaban a cabo los resucitadores, "hombres que conseguían cuerpos para venderlos a los cirujanos en el mercado negro", explicó a Efe Julia Davidson, comisaria de la exposición.
"Al principio del siglo XIX, la gente tenía mucho miedo de estos hombres, puesto que se consideraba que ser diseccionado era un destino muy vergonzoso", añadió.
Por ello, aquellos que disponían de dinero lo gastaban en evitar que, una vez enterrados, sus cuerpos pudiesen caer en manos de los resucitadores.
Un caso único es el de Anna Campbell, una mujer que murió en 1819, a los 63 años y que pidió ser enterrada en un ataúd de hierro, que forma parte de la exposición.
Además, la necesidad de cuerpos para diseccionar disparó el número de asesinatos por lo que el Gobierno promulgó en 1832 la Ley de Anatomía para tranquilizar a la población y dotar a los cirujanos de cadáveres.
"Fue una ley muy importante, que únicamente legalizaba la adquisición de los cadáveres de aquellas personas que hubieran muerto en instituciones como hospitales o prisiones y que no hubieran sido reclamadas", señaló Davidson.
Aunque la ley fue "muy impopular", según la comisaria, sí consiguió retirar de su actividad a los resucitadores y llevar más tranquilidad a los habitantes de Londres.
Órganos humanos de cera, utensilios de cirugía, libros de anatomía y disección, láminas y dibujos, caricaturas y documentos de la época completan la muestra, que permanecerá en el museo hasta abril de 2013.