viernes, 26 de abril de 2024
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Revista Adiós

Siete mortajas desfilaron el domingo en la procesión de Pobra do Caramiñal

Publicado: martes, 18 de septiembre de 2012


En la imagen, un momento de la procesión de un año anterior.

Miles de personas volvieron a participar el domingo en la procesión de las mortajas, en la localidad coruñesa de Pobra do Caramiñal, en la que los "nuevos resucitados" desfilan con sus propios féretros. Esta procesión se celebra cada tercer domingo de septiembre, como parte de las fiestas del Nazareno de esta localidad y data del siglo XV, según consta documentalmente.
Los oferentes van al lado de un ataúd y en general se trata de enfermos que se consideran salvados de la muerte por intervención del Nazareno. Posteriormente, la caja se deja en la iglesia como exvoto.
En esta ocasión, la procesión estaba encabezada por siete ataúdes (cuatro de adulto y tres de niño), que pretenden exteriorizar, por parte de los que han estado cerca de la muerte, su penitencia o acción de gracias por haber sobrevivido.
La procesión de las mortajas colapsó la villa y hasta las tres de la tarde no pudo circular ningún coche por el centro urbano.
La procesión partió, como es tradicional, de la parroquia de Puebla del Deán, adonde durante todo el año acuden numerosos fieles para dar las gracias por haberse curado.
Se trata de la más tradicional de las procesiones que se celebran en la localidad y en toda la comarca del Barbanza, y supone el principal acto de las fiestas del Nazareno, que se celebran durante cuatro días en este municipio de la ría de Arousa.
La primera constancia que existe de esta tradición es en el siglo XV. Así cuentan los de la comarca la leyenda origen de la procesión:
“Era cuando la comarca estaba asediada por bandidos. Se escondían en la sierra. Tras coger a cuatro de los componentes del grupo de bandidos, en vísperas de la fiesta en honor del Nazareno, el alcade mayor de la villa de Deán los condenó a muerte. Don Juan Linares, que así se llamaba el regidor, comenzó a encontrarse muy enfermo y, escuchando el repique de campanas en A Pobra do Caramiñal desde su lecho, rogó a Jesús por la salvación de su alma.
Era el tercer sábado de septiembre y Juan Linares hizo que sus criados llamaran a un carpintero para que le hiciese con urgencia un féretro a su medida. Al día siguiente, durante la procesión, el alcalde, vestido con sus mejores galas, acompañó la imagen de Jesús siguiendo a su propio ataúd, que cargaban los cuatro reos. Finalmente, al llegar al atrio de la iglesia, el alcalde perdonó la vida a los reos, no sin antes increparles por sus fechorías. Ese parece ser el origen de este singular ritual”. Ahora, cada cual que crea lo que quiera.