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Revista Adiós

Segovia reivindica su patrimonio funerario con una visita guiada y una conferencia en Zamarramala

Publicado: sábado, 25 de mayo de 2019

Segovia reivindica su patrimonio funerario con una visita guiada y una conferencia en Zamarramala

El pasado jueves, 23 de mayo, la concejalía de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Segovia organizó una visita guiada al cementerio de Zamarramala. Andrés Torquemada, concejal del ayuntamiento de Segovia, destacó la “importancia de conocer el patrimonio funerario para poder respetarlo y cuidarlo además de encontrar en él un importante recurso cultural y patrimonial para este popular barrio de Segovia”.
Mercedes San de Andrés, historiadora especializada en arte e iconografía funeraria y responsable de las páginas de esta disciplina en Adiós Cultural, fue la responsable de informar sobre la historia del recinto. Impartió una conferencia y dirigió la posterior visita guiada al cementerio. Mercedes Sanz ha documentado su historia desde que aparece la primera noticia en los archivos históricos de la provincia y así, ha proporcionado a la ciudad una importante información sobre el patrimonio, los habitantes y la historia de la pedanía segoviana que hasta el pasado jueves estaba, si no totalmente olvidada, sí bastante enterrada.
Nuestra colaboradora explica en el texto de más abajo las características del cementerio de Zamarramala obtenidas tras su investigación y que compartió el pasado jueves con los asistentes a la visita guiada.


Mercedes Sanz, durante su explicación del cementerio.

El cementerio de Zamarramala: la historia de un patrimonio con alma
Mercedes Sanz de Andrés


Zamarramala, palabra de origen árabe que significa “El mirador sagrado de Alá”, es actualmente barrio de Segovia y cuenta con un cementerio decimonónico unido a la que fuera la ermita de Nuestra Señora de Pinilla. Más allá de sus muros se encuentra la historia de sus vecinos, perfectamente documentada, desde su construcción en 1833 siendo el único cementerio de Segovia y su provincia, del que se tiene relación del padrón con los nombres de todos los vecinos que contribuyeron económicamente en su construcción:148 personas que realizaron una aportación de 533 reales y 18 maravedís. Este documento es excepcional porque no sólo refleja una manera de organizar y distribuir el reparto de los gastos desde la comunidad si no porque nos ofrece a sus protagonistas, humanizando así, el espacio.
Aunque la construcción del cementerio se documenta en 1833 la primera cita del camposanto es de 17 de julio de 1832 donde se registra en los libros parroquiales el enterramiento de Manuel Rodríguez en el camposanto de Zamarramala y Santa Vera Cruz Encomienda de la Real y Militar de San Juan siendo párroco Ignacio Villar. El terreno pertenecía a Francisco e Inocencio Blanco que eran vecinos de Bustar Viejo y fue adquirido en escritura pública el 2 de julio de 1850 por el vecino de Zamarramala Antonio González Sanz. Éste cobraba un arrendamiento de 100 reales de vellón a la parroquia por la utilización del espacio como camposanto. El 15 de febrero de 1853 Antonio González vende la parcela a la parroquia de Zamarramala y en su nombre al mayordomo Alejandro Bernardos por la cantidad de 600 reales de vellón. Fue necesario además adquirir otros terrenos cercanos al cementerio para su ampliación. Estos solares pertenecían a Pedro Galicia y a los testamentarios de Josefa Rodríguez, pagando la fábrica de la parroquia 140 reales de vellón por cada uno de ellos. En 1854 las paredes del cementerio se encontraban en mal estado y aprovechando la compra del solar se repararon y reedificaron por cuenta de la iglesia las paredes del cementerio.
En el año 1963 la ermita de Nuestra Señora de Pinilla aneja al cementerio se encontraba derruida convirtiendo este espacio en una parte del cementerio construyendo en él treinta y dos nichos. Junto al cementerio se encontraban el osario y la sala de autopsias creándose en 2014 una ampliación para nichos y columbarios.

Características del cementerio y tipología de enterramientos

El cementerio de Zamarramala se encuentra apartado de la población, en el camino que va a hacia la Fuente del Pájaro y donde se encontraba el arroyo Aguamala. Es de planta claustral y sigue el modelo de cementerio ilustrado que encontramos en la provincia de Segovia siguiendo el modelo de planta impulsado por el cementerio del Real Sitio, primer cementerio extramuros construido en España en 1783. Predomina en él la racionalidad como si la higiene escatológica blanqueara las postrimerías. La puerta de acceso está realizada en barro cocido siguiendo la estética de la antigua puerta de acceso a la ermita de Pinilla. En su interior y frente la puerta de acceso se encuentra la cruz de bendición sobre un pedestal de granito reutilizado con la fecha de 1677.
El enterramiento más antiguo es de 24 de julio de 1899 y pertenece al médico Anselmo Gutiérrez García “persona que contaba con muchas simpatías tanto en aquel pueblo como en Segovia” tal y como recoge El Diario de Avisos.
El enterramiento más sencillo son las tumbas de tierra con una cruz de forja o mármol blanco donde está inscrita la identidad del difunto, su fecha de nacimiento y defunción.  Se incorporaron después los enterramientos con lápidas de granito asentada sobre una cama para albergar a uno o varios miembros de una misma familia.
En la parte de atrás se encontraba el osario y sala de autopsias siendo este espacio reutilizado para enterramientos en nicho y columbario. El remate de los muros del cementerio aún conserva el barro cocido del siglo XIX. Unas pequeñas cruces en cada esquina indican el carácter sagrado del espacio.
En el espacio ocupado por la extinta ermita de Nuestra Señora de Pinilla se encuentra un panteón familiar formado por tres grandes ataúdes labrados en piedra caliza que pertenecen a la familia González Mate. El fundador de esta capilla fue Antonio González Sanz viudo de María Mate Rincón. La capilla se adquiere como lugar de descanso eterno porque fallece su único hijo José González Mate el día 24 de septiembre de 1853 a la edad de 13 años y 28 días. Sus padres le dedican un bonito epitafio: “¡Oh, Dios de inmenso poder! Tú que la vida la diste y que de ella dispusiste cuando fue tu parecer, dadnos gracia para ver con un consuelo inevitable a nuestro hijo entrañable. En esa mansión gloriosa del alma goza dichosa de otra vida más amable”.
La fundadora de la capilla, María Mate Rincón falleció el 23 de abril de 1871 a los 62 años y en su placa de defunción de pizarra hay una calavera cincelada con sus dos tibias cruzadas. En la placa del fundador, fallecido el 24 de septiembre de 1885 a los 78 años y está decorada con la iconografía del reloj de arena alado, una guadaña y una antorcha que ya ha apagado su vela, la candela de la vida. Esta capilla conserva el pavimento original de barro cocido siendo un importante legado patrimonial dentro de la arquitectura popular.

Iconografía funeraria

La iconografía que predomina es la imagen de Cristo en la cruz. Sin embargo, encontramos otro tipo de imágenes más relacionadas con las devociones populares como el Santo Cristo de San Marcos, que recibe culto en la iglesia del vecino barrio de San Marcos o la imagen de la Virgen del Carmen, quizá por la cercanía del convento de padres Carmelitas. Otras imágenes labradas en el granito son San Antonio de Padua, la Piedad de San Millán o los retratos de los fallecidos.

La botánica

En el cementerio de Zamarramala predomina el carácter racionalista donde predomina el espacio funerario disponiendo los enterramientos perfectamente alienados. Sin embargo, y a pesar de la escasa vegetación, cuenta con varios cipreses centenarios que evocan la santidad y ofrecen un magnífico contraste de perfiles en los atardeceres serenos de Zamarramala.
En la conferencia y posterior visita guiada se dieron a conocer datos sobre el oficio de sepulturero antes y después de la construcción del cementerio, la incautación del cementerio en 1933, la importancia de los difuntos y campo santo en las devociones y la religiosidad popular como en Santa Águeda, Semana Santa o la fiesta del Ángel entre otras.
En un cementerio el tiempo es un pleito, hay un vacío en el aire que sólo llena con la metáfora porque sólo perdura la memoria, el tiempo hecho arte. El cementerio de Zamarramala es un espacio lleno de humanidad y sus muros son mudos testigos de la historia que nos habla de la igual desigualdad de los hombres ante la muerte.