miércoles, 24 de abril de 2024
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Revista Adiós

Agustín Bustamante, Catedrático de Historia del Arte Moderno de la UAM

01 de enero de 1970

Agustín Bustamante, Catedrático de Historia del Arte Moderno de la UAM

18/07/2017
Hace unas horas fallecía Agustín Bustamante, Catedrático de Historia del Arte Moderno de la Universidad Autónoma de Madrid. Lo hacía de manera fulminante, provocando con su muerte el mismo impacto que con su vida. Se iban con él consejos llenos de sabiduría, enseñanzas y risas dedicadas a su gran pasión: el arte. Especializado en Renacimiento y Barroco, la tradición clásica y las relaciones entre España e Italia, podríamos hacer una lista interminable de su trayectoria académica. Dedicó muchas publicaciones a Valladolid, la tierra que le vio nacer, o a El Escorial, esa maravilla que explicaba con pasión desbordante. Se detenía en cada detalle: desde la huella de la escalera hasta la curvatura de la cúpula. Todo tomaba relevancia cuando pasaba por los labios de Agustín, y era capaz de mantener a su audiencia inmóvil, conteniendo la respiración, hasta terminar su explicación. O hasta conseguir que estallara en una sonora carcajada. Irónico, y con un humor inteligente, sus clases estaban inundadas de rigor científico, pero también de risas, muchas risas. Todavía recuerdo como si fuera ayer el primer día de clase. Era un aula grande, destinada a acoger al gran número de alumnos que nos habíamos matriculado en la optativa que impartía: Renacimiento Español. Vimos entrar a un profesor delgado y con unas grandes gafas. Mantuvo la tensión del silencio durante unos segundos, escudriñando casi uno a uno a todos los alumnos con esa mirada inquisitiva y de una agudeza extrema que le caracterizaba. Y empezó a hablar. De repente, se convirtió en un gigante que llenaba todo. Su presencia era omnipotente, y ninguno podía quitar la vista ni el oído de lo que decía. No terminé aquí de ser alumna suya. Fue el Presidente de mi Tribunal de Tesis Doctoral, y nunca le estaré suficientemente agradecida por ello. Estuvo conmigo uno de los días más importantes de mi vida, pero también ayudándome con los preparativos. Todavía guardo la libreta donde escribí folios y folios de sus consejos para la defensa. Esas recomendaciones que me dio de manera generosa, porque sí.  Porque era un gran profesor y disfrutaba con ello. Llevo un día entero, y gran parte de una noche en vela, releyendo correos y mensajes suyos. Y todo el día repitiéndome las últimas palabras que me escribió “Veo que sigues tan imparable como siempre. Nunca olvides a Heráclito. El movimiento es vida”. No lo haré, Agustín, te lo prometo. Nunca olvidaré ni a Heráclito ni a ti. Ni la sabiduría que se desprendía de cada frase que pronunciabas. Atrás dejas mucha huella en todos los que hemos sido tus alumnos, que te tenemos un cariño infinito. Gracias por todo. Sit tibi terra levis.

Ana Valtierra, responsable de la sección de Arte en la revista ‘Adiós Cultural’