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Revista Adiós

Antinoo de Isaac Páez gana el III Concurso ¿Versos para el Adiós?

Publicado: viernes, 24 de octubre de 2014

Antinoo de Isaac Páez gana el III Concurso ¿Versos para el Adiós?

El jurado del Concurso “Versos para el Adiós”, reunido en la tarde del día 23 de octubre de 2014 acordó conceder el premio de la III edición al poema titulado “Antinoo” del sevillano Isaac Páez Catalán.
El jurado ha considerado que ha merecido el galardón “por su muy bien trabajada poesía que, con influencias clásicas, conjuga a la perfección un suceso y una bella expresión lírica del dolor y la pérdida; un silencio compartido, con suave trazo, ubicado en un lugar histórico y bello, el Nilo, que exalta la sensibilidad”.
Isacc Páez Catalán nació en Sevilla en 1984. Es Licenciado en Historia y profesor de enseñanza secundaria. Ha publicado los poemarios Entre la oscuridad y la química (I Premio Internacional de poesía Onofre Rojano), Contrato a tiempo perdido (XV Premio de poesía Universidad de
Sevilla año, 2008), Harmon avenue. (Ed. Cartonera & Digital) , Hijos del euríbor
(Ediciones en Huida) y 1922 (VIII Premio de poesía Antonio Gala, año 2014). También ha sido finalista del premio Adonáis en el año 2009, Premio Andalucía Joven de Narrativa 2012 por la novela Disparos al aire (Berenice editorial) y Finalista de la LXX edición del premio Nadal de Novela.
El jurado también quiere reconocer el poema While my guitar gently weeps del asturiano Yosé Álvarez Mesa como finalista.
El jurado este año lo han compuesto Javier Gil, coordinador de las páginas de poesía de la revista Adiós Cultural, Roberto Villar, escritor; Joaquín Araújo, poeta y periodista; y José Vicente Aparicio, subdirector general de Funespaña. Como secretaria actuó Isabel Montes, corrdinadora de Adiós Cultural.
 
Antinoo
Hoy ha llegado a palacio
desde tierras egipcias el rumor
de que su hermoso cuerpo
descansa bajo las aguas del Nilo,
Adriano no cesa de llorar.
 
Para aliviar la inmensa pérdida
los artistas se afanan en hacer retratos en su honor.
Adriano, inundado de tristeza,
deja caer sobre la piedra todo el dolor que cabe en una lágrima,
como si así expulsara de sus ojos
el río que se lo ha quitado todo.
 
Contaba veintidós años de edad,
Antinoo –bellísimo muchacho era
su nombre.