miércoles, 24 de abril de 2024
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Revista Adiós

Bilbao

Derio

En sus primeros años, respondiendo al florecimiento económico de la Villa, los arquitectos que planeaban y ejecutaban la ciudad hacían lo propio en el cementerio. Achucarro, Bastida, Basterra, Camiña, Epalza, Garamendi, Rucabado, Saracibar, Smith … Dicha floreciente etapa coincidió asimismo con una etapa dulce de la escultura vasca. En su artículo “Escultura Funeraria en el Cementerio de Bilbao”, Xabier Saénz de Gorbea cita:
Los artistas más representados en Derio son Higinio Basterra (1876-1957) y Quintín de Torre (1877-1966) quienes ofrecen un variopinto panorama plástico de su evolución. También hay un importante trabajo de Nemesio Mogrobejo (1876-1910). No menores son las tres aportaciones de Valentín Dueñas (1888-1952). Manolo Basterra (1882-1947) tiene varias obras en las que evidencia su tendencia a la innovación. Federico Sáenz Venturini (1869-1941) es un autor a descubrir. El cementerio cuenta también con un relieve de Lorenzo Fernández de Viana (1866-1929) y con sendos ángeles de Manuel Moreno San Román (1891-1969). Los artistas de la generación de la República están muy bien representados con las estatuas de Joaquín Lucarini (1905-1969), Enrique Barros (1905-1990), Amador Lucarini (1907-1971) o Ricardo Iñurria (1908-1995). Además, debe valorarse el esfuerzo de muchos maestros de obras y talleres artesanos de principios del pasado siglo. Entre los primeros, Manuel Escondrillas (1853-1922), Ángel Iturralde (1850), Pedro Peláez (1839). Entre los segundos, Serafín Basterra (1850-1927), Vicente Larrea (1852- 1922), Alfredo Lucarini, Elorriaga y Segurola o Tomás Altuna e Hijos. Posterior a la guerra civil, destaca la aportación del arquitecto Juan Daniel Fullaondo (1936-1994) cuyo trabajo tiene auténticos valores escultóricos de vanguardia
Se accede al recinto enfrentándose al impactante conjunto arquitectónico de la entrada principal. Dos monumentales galerías porticadas simétricas que trazan un ángulo recto y convergen hacia el eje central donde se sitúa la capilla. En torno a dicha edificación se presentan cuatro edificios gemelos dos a dos que contienen las oficinas, crematorio, depósito y servicios del cementerio. También en esta entrada principal se dio una especial importancia al  espacio ajardinado de la misma. Cipreses, palmeras, magnolios,  cedros de majestuoso porte e incluso una sequoia se distribuyen por este espacio verde.
Desde un punto de vista histórico y a través de sus distintos elementos queda reflejada la historia de la ciudad en el siglo XX con sus distintas fases de esplendor, guerra civil, desarrollismo, etc. También se encuentra anexo el antiguo cementerio civil, dejando constancia del carácter religioso del cementerio en sus orígenes. Asimismo se recoge testimonio de todos los eventos dolorosos que han sacudido a la ciudad durante dicho periodo. Tragedia de los niños del Circo del Ensanche en 1912, Guerra Civil, accidente aéreo del Monte Oiz en 1985…
Todos esos factores unidos han producido un conjunto histórico artístico, absolutamente irrepetible y que cautiva a los visitantes con su esplendor e interés.

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