viernes, 19 de abril de 2024
Enalta
Revista Adiós

Monturque

Córdoba

La historia del Alcalde Rafael de Lara y Jiménez.

Hace ya más de un siglo fueron descubiertas unas galerías subterráneas donde se
levantaría y se encuentra el actual Cementerio de San Rafael. Bajo las órdenes del
alcalde de la época, el señor Rafael de Lara y Jiménez, fueron limpiadas estas doce
cámaras subterráneas. Sin conocer lo que realmente era esta construcción, el
Alcalde ya la consideraba una obra de gran mérito y en este momento tomó la
decisión de convertirla en lo que sería el nuevo cementerio. Sintió el deseo de
dedicar esta sorprendente construcción a los familiares, padres y hermanos, de los
que se reciben inmensos beneficios y no encontró mejor forma de corresponderles,
que dedicando este espacio a ellos, a sus restos mortales.

Tras la limpieza de las doce cámaras, se prosiguió a convertir una de ellas en
panteón y construir veinte urnas sepulcrales en una pared y otras treinta y dos, de
tamaño más reducido, en la pared de enfrente, las de mayor tamaño serían para
adultos y las de menor para párvulos. Para la construcción de este panteón no se
escatimó en gastos, se usó mármol, piedra, todas las urnas fueron planificadas
combinando las de color blanco con las de negro, con un diseño ajedrezado en las
de párvulos y de bandas alternas en las de adultos.

Aunque la decisión de usar esta cámara como panteón causó gran polémica, Rafael
de Lara, vio cumplido su deseo y al fin pudo dar aquí descanso eterno a los padres
y a otros familiares, para que desde el cielo, con cariñosos ojos y gratitud inmensa,
vieran la obra que sus amantes hijos les habían dedicado. Él mismo adquirió las
dos urnas centrales de adultos, en una de ellas colocó los restos de sus padres
fallecidos algunos años antes, dejando la otra libre, seguramente con la intención
de que fuera ocupada por él y su esposa. Este nicho que quedó libre, y que
compartiría con su esposa, albergaría únicamente los restos mortales de la mujer,
Angustias Cosano Rojas, siendo trasladados al mismo en 1938 de una sepultura en
el exterior, donde habían permanecido desde su muerte, ocurrida en 1915. La
lápida que se coloca fue preparada para el matrimonio, una lápida hecha en
mármol ocupando el centro un libro abierto. En este libro abierto, sólo quedó
constancia del fallecimiento de Angustias porque el querido alcalde, Rafael de Lara,
no vio cumplida su voluntad de compartir este espacio junto con su esposa, pues su
fallecimiento se produjo en 1924 en la localidad jiennese de Andújar, donde residió
sus últimos años de vida junto a una de sus hijas.

La singularidad de este lugar para el reposo eterno atrajo incluso a algunas
personas foráneas que, tras visitar el monumento, decidieron depositar aquí los
restos de sus familiares más queridos. Como por ejemplo el curioso, y a la vez
trágico, caso de la familia del ilustre ingeniero y empresario Luis Vasconi y Cano y
su esposa, Araceli Laverón, que sin ser naturales ni residentes en Monturque
decidieron enterrar aquí, juntos en una misma sepultura, a tres de sus hijos
pequeños, María Josefa, Luis y Pilar, fallecidos en un corto espacio de tiempo, y
siendo trasladados desde otros cementerios.

Casi un siglo se estuvo utilizando el panteón, pasado este tiempo esta construcción
usada como cementerio fue declarada Bien de Interés Cultural, por lo que debió de
ser recuperada para mantener y conservar su aspecto original. Las urnas aquí
depositadas fueron colocadas en la entrada del cementerio dónde todavía
permanecen.


Fuente: RUEDA AGULAR, F.J.: “Las Cisternas Romanas de Monturque y el
Cementerio Municipal de San Rafael”


Fotografías:
Nº1: Algunas de las urnas cinerarias del panteón, reubicadas en el cementerio,
junto con el frontón que se instaló sobre las ellas. La lápida de mármol blanco del
centro con un libro abierto es la corresponde a la citada de la esposa del Alcalde.

Nº2: Marcas en el muro donde estuvieron situadas las urnas cinerarias de niños

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