sábado, 20 de abril de 2024
Enalta
Revista Adiós

Lanzarote

Teguise

El Cementerio Católico de Teguise, situado en esta histórica ciudad que fue capital de Lanzarote y primera capital de las Islas Canarias en los albores del siglo XV, se asienta en las laderas de la montaña de Guanapay, la montaña sagrada de los aborígenes de esta isla.
Todos los difuntos debían realizar su último viaje hasta este cementerio y navegar entre mares de dunas y arenas voladoras, atravesar volcanes humeantes o escalar riscos escarpados para suplicar su lugar en tierra sagrada.
Cabalgando sobre caballos de raza propia, los señores del medievo teguiseño arrasarán territorios africanos y atraerán la maldición corsaria y la muerte a estas tierras. Bajo la fortaleza de Santa Barbara se erigirá un camposanto que proteja de las miasmas de los cuerpos sacrificados a la población tan cercana. Los padres franciscanos, veladores divinos de sus almas, desde su cercano convento, procuraran a lo largo de los siglos que tan precario descanso sea respetado en las invasiones sarracenas.
En el siglo XIX, se amplían los recintos del cementerio y se extienden alrededor de una vieja cripta subterránea que acogía antaño a los sacerdotes y frailes conventuales, sobre el antiguo poblado maho de Acatife.
La hermosa y sincrética capilla esta rodeada de panteones familiares de múltiples colores que rodean a tumbas sencillas, cubiertas de un manto de lapilli negro y remarcadas por piedras rojizas de la roja montaña de Guanapay.
El que fue único cementerio de Lanzarote aún se eleva sobre estos campos y está la memoria viva y candente entre sus moradores que visitan a sus poetas, guerreros, hombres y mujeres de paz, a sus seres queridos.

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