viernes, 26 de abril de 2024
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Revista Adiós

Masnou

Barcelona

El Cementerio Municipal del Masnou es un auténtico museo al aire libre. A través de su visita se puede contemplar la cruz de término de 1.500 recientemente restaurada; obras de arte diseñadas y esculpidas por artistas de renombre internacional como Frederic Marès, Rafael Atché, Josep Llimona o Josep Maria Subirachs; y panteones proyectados por destacados arquitectos modernistas.
Diseñado el año 1860 por el arquitecto municipal Miquel Garriga y Roca, reemplazaba el antiguo cementerio ubicado detrás de la actual Iglesia de San Pedro.
El Cementerio del Masnou, aunque desconocido por muchos ciudadanos, se puede vincular con otros cementerios destacados de Catalunya, como los de Arenys de mar, Lloret de Mar, Poblenou o Sitges, de gran mérito artístico. Se puede crear un nexo entre todos estos espacios, que son transformados en la misma época por la presencia de una burguesía enriquecida que quería contar con los artistas mejor considerados del momento.
Actualmente el Ayuntamiento del Masnou ofrece visitas guiadas gratuitas tres veces al año que cuentan con un gran número de asistentes. También ofrece la posibilidad de hacer visitas guiadas para grupos de 25 personas por un preció de 58 € por grupo en diferentes idiomas.
Además, el Cementerio del Masnou ha sido objeto de estudio sistemático. La propuesta de Miquel Rico Vázquez y Marta Roig Lerones fue la ganadora de la tercera edición de la Beca de Investigación Local de El Masnou el año 2006. Fruto de este estudio se editó el año 2008 la publicación El cementiri del Masnou, un museu a l’aire lliure (segles XVIII-XXI), Roca de Xeix, núm. 27.
 

“Mejor monumento”: Panteón 16-17-22, isla 2ª. Pere Grau Maristany y Oliver
Autor: Bonaventura Bassegoda y Amigó
Escultor: Josep Llimona y Bruguera
Data: 1901-1902
 
Biografía:
 
Indiscutiblemente, uno de los personajes más ilustres de la villa fue Pere Grau Maristany i Oliver (el Masnou 1863–Barcelona 1926), nacido en la calle de la Quintana (hoy Pere Grau). Hijo de padre dedicado al comercio de exportación de vinos a América, encaminó su carrera a la obtención del título de ingeniero químico. Estudió en el Colegio Galavotti, donde obtuvo el premio extraordinario de bachillerato, y en la Universidad de Barcelona, donde cursó ciencias exactas y ciencias fisicoquímicas.
 
De muy joven, dispuso de su propia marca de exportación de vinos, Pere Grau, y tuvo gran éxito en Brasil, las Antillas, Uruguay y Argentina. También poseyó algunas herencias en el Penedés, denominadas Can Salvador y Can Bou, donde organizó diferentes concursos vinícolas. Además, fue un hombre muy culto y con una fuerte presencia dentro del panorama barcelonés. Ocupó el cargo de presidente de la Cámara de Comercio, y al cesar, fue nombrado presidente honorífico. También fue delegado real del Consejo Provincial de Fomento, jurado en la Exposición Universal de Barcelona de 1888, y de las de Zaragoza y Turín. En 1903, el rey Alfonso XIII le concedió el cargo de delgado regio de primer enseño, cargo de nueva creación que él inauguró renunciando a su sueldo de 7.500 pesetas y destinándolo a becas para los niños y niñas de las escuelas. Durante esta tarea, editó como premio extraordinario el volumen de Las estatuas de Barcelona, elaborado por Bonaventura Bassegoda. Al finalizar esta ocupación, el monarca le condecoró con la Gran Cruz de Alfonso XII, sumándose esta a las de Isabel la Católica, Carlos II, la Gran Cruz de Beneficencia y dos más que llegarían más tarde: la Gran Cruz del Mérito Agrícola y la de oficial de la Corona de Italia.
 
Fundó a su costa la Cátedra Ambulante Pere Grau para los Estudios Universitarios Catalanes y costeó la construcción del segundo misterio del Roser de Montserrat, realizado por Bonaventura Bassegoda. Su mecenazgo le abrió las puertas de la Academia de Ciencias Naturales y Artes y la Academia Provincial de Bellas Artes, de la cual fue presidente. Al inaugurarse el Instituto de Estudios Catalanes, hizo donación del valioso Cancionero de Zaragoza y de diferentes manuscritos originales de la obra de Jacint Verdaguer.
 
En el Masnou, también contribuyó en la fundación de diferentes instituciones, como las Escuelas Municipales y el Casino, hecho que facilitó su nombramiento como hijo predilecto de la villa el 27 de septiembre de 1905. El 1911, el rey Alfonso XIII le concedió el título nobiliario de conde de Lavern.
 
Descripción histórico-artística:
 
A la muerte de su padre, Francesc de Paula Maristany i Maristany, Pere Grau recibió en herencia el panteón familiar, que ocupaba un solo solar y había sido edificado en 1873. En un primer momento, realizó alguna pequeña modificación, como la acera que mandó construir en 1889. A pesar de eso, el aumento de su patrimonio y, consecuentemente, de su prestigio, le llevó a replantearse la construcción de un gran panteón para ensalzar su persona. Así, en setiembre de 1900, nueve meses después de que su hermana Florinda presentase al Ayuntamiento la petición para realizar un panteón doble, Pere Grau adquirió dos solares contiguos al que ya tenía en propiedad. Su idea era construir el panteón más grande de todo el cementerio. Por este motivo, encargó el diseño al arquitecto más prestigiosos de la villa: Bonaventura Bassegoda i Amigó. Este proyecto fue aprobado por el consistorio en julio de 1901.
 
La obra resultado fue una edificación compleja en forma de ángulo, a causa de la distribución de los solares. Mientras que dos de estos solares están ocupados por la cripta, dispuestos perpendicularmente al eje principal del cementerio, el tercero está destinado a les escaleras que le dan acceso. Exteriormente, está dividido en dos cuerpos, que se corresponden con las partes ya mencionadas. El volumen principal es sin duda muy espectacular, magnificado con un podio y precedido por unos escalones. Todo el perímetro del basamento está decorado con grotescos y mascarones. El piso, en cambio, fue rodeado por un basamento y unos pilares decorados con unas llamas y coronas en la parte superior, símbolo del reconocimiento de sus éxitos. Además, disponían de motivos vegetales y diversos escudos con la cruz de San Jordi, las cuatro barras y la inicial del apellido Maristany. Estos elementos aludían claramente a la relación del industrial con Barcelona, ciudad que representó incluso como diputado en las Cortes.
 
Todos estos pilares estaban unidos por una cadena de hierro de gran calidad artística y decorada con unos magníficos medallones de bronce. Desgraciadamente, a causa de su valor, este elemento desapareció en un robo en el recinto.
 
Este rico podio sirve como marco para  la escultura, realzada con un basamento de mármol de trazas modernistas. En este volumen se observa, en la parte frontal, una inscripción con la fecha y el nombre del propietario, de la cual destaca la gran eme del apellido Maristany. En un lateral, actualmente, se conserva una placa que fue colocada por el Ayuntamiento del Masnou a la muerte del industrial en 1926, en homenaje a su hijo predilecto.
 
Estos volúmenes no hacen más que ensalzar la escultura de la Fe consolando el dolor, obra del insigne artista Josep Llimona i Bruguera, que años más tarde esculpiría un Cristo resucitado para el rosario monumental de Montserrat, también bajo el mecenazgo de Pere Grau Maristany. La iconografía habitual de la Fe no sería la de un ángel como este, ya que forma parte de una de las tres virtudes teologales juntamente con la Esperanza y la Caridad. Tradicionalmente, la Fe debería haber portado un cáliz, una cruz o los ojos tapados, pero el escultor hizo su propia interpretación de este dogma y lo tradujo como un ángel acogiendo el dolor de la mujer que llora desconsolada. Muy en la línea de Josep Llimona, las figuras están idealizadas y tratadas con gran suavidad de formas, y reflejan mucha serenidad a pesar de tratarse de un monumento amargo. Aunque la mujer hace patente su dolor, también aparece muy idealizada y en absoluto se representada en toda su crudeza.
 
La escultura se realizó en mármol, excepto las alas del ángel, que están elaboradas en bronce. Este contraste es uno de los hechos más característicos de la escultura modernista, en la cual los autores practicaron un juego de dualidades entre la claridad y la oscuridad, la suavidad y la rugosidad…, sobretodo dado por los usos de diferentes materiales. Esta contraposición de efectos se obtiene más claramente entre el conjunto de las dos figuras y la cruz que remata el panteón. Ésta fue fundida en la Fundición Artística Masriera i Campins de Barcelona, con la que Llimona colaboraba habitualmente.
 
La cruz se forma a partir de la intersección de dos ejes helicoidales, y aparece ricamente ornamentada con diferentes elementos vegetales y florales, por lo que se convierte en una auténtica fuente de vida. En el centro de esta cruz hay unos medallones polilobulados, uno en cada cara. En el de la parte anterior se representa un relieve con el rostro de la Virgen Maria, mientras que en la de la parte posterior, el de Jesucristo. En la parte inferior de la cruz se diseñaron dos grifos, que son mostrados encadenados al eje vertical. Estos grifos aparecen en una posición en corbeta, hecho que les otorga un gran dinamismo, acentuado por las lenguas que salen de las bocas abiertas. Esta tensión también se traslada a las piernas de los monstruos, que se agarran fuertemente a la superficie. Es remarcable que el grifo se representa muy a menudo como un vigilante de los caminos de salvación junto con un árbol de la vida y la cruz, símbolo evidente de redención. Según otras interpretaciones, este conjunto podría significar el triunfo de la fe cristiana, representada por la cruz florida que vence al mal, personificada en los monstruos.
 
Detrás del panteón continuo, propiedad de la familia Estaper i Cuyàs del Bosch, se diseñó un cuerpo secundario a través del cual se accedía a la cripta del mausoleo de Pere Grau. Este solar fue delimitado con los mismos pilares del cuerpo principal, decorados también con motivos vegetales, llamas de la sabiduría divina, coronas del triunfo y escudos encuadrados con las cuatro barras, la cruz de San Jordi y la eme de Maristany. Uniendo estos pilares, había una cadena igual que la del mausoleo, también desaparecida. El resto del solar fue ocupado por una construcción creada a partir de una bóveda ojival, que cumple las funciones de cuerpo de escaleras. La fachada principal, orientada al norte, se destinó totalmente a acoger la puerta, practicada con un arco apuntado. En la parte superior de la puerta se dispusieron diferentes hojas de acanto o unas acroteras en el ángulo de la cubierta, con el alfa y el omega en relieve, que ornamentan ricamente esta zona de entrada. La puerta también es de gran calidad artística, ya que repite la forma del arco y está elaborada con hierro forjado. Fue decorada con diferentes motivos florales, cabezas de dragones y, en la parte central, se insertó un relieve con el nombre del propietario. También hay algunas hojas de parra, referentes al negocio vinícola del propietario.
 
Los muros laterales son la continuación de la misma cubierta escalonada, que da a estos paramentos. En los extremos se dispusieron unas pilastras rematadas por unos capiteles que adoptan unas formas de canecillo, recogiendo así el peso de la bóveda. En el centro del muro, se sitúa un merlón escalonado alzado respecto al resto, que sirvió para abrir unas ventanas de arco apuntado. Las ventanas fuero protegidas por unas rejas de hierro forjado, ornamentadas en la parte superior con unas flores hechas con el mismo material. Las ventanas fueron decoradas con unas vidrieras, donde se representan un san Pedro y un san Antonio, santos patronos de Pere Gray y su mujer, Antònia Maristany i Viladevall. Desgraciadamente, solo se ha conservado el santo de la mujer. En la parte inferior de los muros, se diseñó un banco de piedra, que además de cumplir su función como tal, actuaba como elemento de sostenimiento de la construcción.
 
En el muro posterior, en cambio, se reitera la misma distribución de la fachada principal, a pesar de que, en este caso, la puerta está substituida por un ojo de buey decorado con una vidriera con la representación de algunos elementos florales y una filacteria con la inscripción “Requiescant in pace”.
 
Afortunadamente, este panteón ha llegado prácticamente intacto desde su creación, a excepción de su cadena, que desapareció. La escultura también peligró, ya que, según parece, una vez muertos Pere Grau y su mujer, los hijos no pasaban por un buen momento económico. Por este motivo, en julio de 1934 se dirigieron al Ayuntamiento para presentar una instancia para pedir permiso para quitar la escultura de Llimona y poderla vender. Antes esta petición, el Ayuntamiento acordó instruir los trámites pertinentes para autorizar o denegar la solicitud. La resolución llegó dos meses después y dictaminó lo siguiente: “que atendiendo la corporación municipal  que el grupo de La Fe consolando el dolor representa precisamente los postulados del hijo predilecto de la villa, donde descansa, y teniendo en cuenta que ésta estatua es un ornamento del cual se considera imprescindible este panteón, el Ayuntamiento, por unanimidad, acordó denegar el permiso solicitado por los hermanos Maristany”.
 
 
Más información:
http://www.elmasnouterrademar.cat/arxiu/Roca_de_Xeix_27.pdf
 



(Informacion y documentación facilitado por el candidato)


 

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