viernes, 29 de marzo de 2024
Enalta
Revista Adiós

Santander

Cantabria

El panteón de Adolfo Pardo constituye una de las obras arquitectónicas de
mayor entidad dentro del cementerio.
La edificación se levanta sobre un alto podio salvado por seis escaleras
realizadas en piedra de Escobedo. El constructor del pantéon
fue Diego Casanueva, santanderino que cursa la instancia para obtener el
permiso constructivo ante la administración municipal, mientras que el
proyecto corrió a cargo de Javier G. Riancho, autor de renombre que junto a
Gonzalo Bringas construyeron el Palacio de la Magdalena entre los años 1908-
1912. Además, Riancho llegará a ostentar el cargo de arquitecto municipal. El
estilo adoptado es el neorrománico-bizantino, un historicismo que en el
cementerio de Ciriego cuenta únicamente con esta representación.
Abunda la decoración en los capiteles con mosaicos dorados y la decoración
vegetal, como las formas bulbosas de la amapola, alusiva al sueño eterno, o
los racimos de uvas que aluden al vino, símbolo de la Eucaristía y de la sangre
derramada por Cristo. En el frontal del pórtico puede advertirse la palabra Pax y
en los laterales el crismón o monograma de Cristo. La cubierta de la
construcción utiliza las bóvedas de medio punto, en cuyo crucero se erige una
cúpula central cubierta de pintura al fresco en su interior y recubierta de
coloridos mosaicos en el exterior. Es autor de estos frescos Gerardo de Alvear,
que ya trabajara con Riancho en la vivienda familiar Pardo como él mismo
recoge en su libro autobiográfico Santander en mi memoria. En los laterales se
disponen relieves de sarcófagos con decoración vegetal, religiosa y animalística.
Es de destacar la pintura al fresco en el interior de la cúpula. Si bien la
composición, que comienza a resentirse con el paso del tiempo, aprovecha el
espacio cupular del panteón para disponer en él una representación de la
bóveda celeste, pintada de color azul, en la cual aparecen cuatro ángeles
orantes de pie, cada uno de ellos con diferente coloración en su vestimenta:
rojo, morado, verde y naranja, que unen sus manos para rezar por las almas de
los difuntos.
Destaca la tosquedad de la representación, tomando como referencia los
modelos medievales que se incorporan al historicismo del conjunto con un
sentido de unidad formal no tanto neobizantina como neomedievalista.
(Informacion y documentación facilitado por el candidato)
 

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