jueves, 28 de marzo de 2024
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Revista Adiós

Ginés García Agüera


Periodista especializado en cine. Colaborador de "Adiós Cultural" desde el número 1.

Firmas | El Experimento. Psicosis y el público joven

28 de diciembre de 2018

El Experimento. Psicosis y el público joven

En esa lista tan inacabable como inabarcable de “muertes cinematográficas” que habitan en el recuerdo, la memoria o la evocación de millones de seres que las han presenciado exhibidas en una pantalla, hay una que, por encima de cualquier consideración que pueda atañer al producto, por encima de opiniones, criterios, gustos e incluso aportaciones de estados de ánimo ala hora de su visionado, se encuentra como la más famosa, elaborada y atrayente secuencia “mortuoria” de la historia del cine.

Estoy hablando del asesinato de la ducha de “Psicosis”, dirigida en 1960 por Alfred Hitchcock.

Una escena que forma parte de la historia más lustrosa del cine. Una auténtica leyenda. Una puesta en la pantalla confictiva, una música de Bernard Herrman que más que música se transformó en repetidos puñetazos que atenazaban al público, el cuerpo desnudo de Janet Leigh, la alcachofa de la ducha, la sangre que se cuela por el sumidero, los ojos sin vida de Marion, la ladrona rubia, la mano que se aferra a la cortina de poliéster, la sombra de una anciana armada con un cuchillo de cocina, y el miedo, el terror que se instala en el subconsciente y que acude a nuestra memoria como recordándonos que no es bueno ducharse en moteles perdidos y regentados por individuos mentalmente inestables.

Pero, claro, el tiempo pasa. “Psicosis” se estrenó hace casi sesenta años. Los gustos experimentan cambios, las miradas transforman los productos audiovisuales, y las películas, en ocasiones, envejecen, pierden intensidad, fuelle, interés. O ganan, se hacen clásicos, rejuvenecen, cobran actualidad. Pareció de interés realizar una prueba práctica, científica si se quiere, que analizara los efectos del visionado de una obra rodada en blanco y negro, con actores y actrices que ahora no son estrellas, e incluso están olvidadas.
 
Exponer el producto a un público joven e inexperto y observar sus reacciones, sobre todo ante la famosa escena de la ducha.
 
Para llevar a cabo el experimento, y tras una búsqueda entre individuos que respondieran al perfil adecuado para el fin propuesto, se escogió finalmente a un varón, con formación universitaria, de 22 años, que respondía a la siglas R.G.M.
Según la entrevista realizada al sujeto, este afirmó que nunca en su vida había oído hablar de la película “Psicosis”, que el nombre de Alfred Hitchcock le sonaba vagamente, apuntando que recordaba haber visto una película de ese cineasta de nombre “La ventana” (entendemos que semejante título debe hacer referencia a “La ventana indiscreta”).
En lo concerniente a las características técnicas y artísticas de “Psicosis”, R.G.M. afrmó con rotundidad su desconocimiento absoluto de la cinta, apuntando que ni siquiera sabía si era una película rodada en color o en blancoy negro. Por otra parte, dijo ignorar nombres como Robert Bloch (escritor de la novela en la que se basó la película), Joseph Stefano (guionista), John L. Russell (director de la fotografía), Bernard Herrman (responsable de la música) y Anthony Perkins, Janet Leigh, Vera Miles, John Gavin y Martin Balsam (actores del reparto de “Psicosis”). También aseguró el sujeto que no sabía nada de la película de 2012 “Hitchcock”, donde se narraban las peripecias del rodaje de “Psicosis” y en la que Anthony Hopkins creaba un Alfred Hitchcock elaborado y majestuoso.
 
Y bien. El objetivo del estudio consiste en determinar los efectos que produce en un espectador joven y desconocedor confeso de la materia a la que se le va a exponer, el visionado de la película “Psicosis”. Para ello, el sujeto al que nos referimos como R.G.M. fue ubicado en una sala de estar, despojado de teléfonos móviles y aislado de posibles distracciones o interferencias, acomodado en un sofá, y, ayudados por un reproductor de dvd, apareció en la pantalla de un monitor de cuarenta y dos pulgadas la inmortal obra de Hitchcock. Se optó por una versión doblada de la misma, para que la lectura de subtítulos no entorpeciera la atención del sujeto al desarrollo argumental de la obra, evaluando durante el transcurso de la película, sus reacciones, comentarios y estado corporal, mientras iban sucediéndose las secuencias y los actos puntuales de la narración cinematográfica: robo de cuarenta mil dólares, huida, llegada a un motel, asesinato en la ducha, posterior investigación, desenlace...

Cabe apuntar que durante el desarrollo de la obra el sujeto siguió con suma atención la trama argumental del filme, trufada de instantes de suspense e incertidumbre. Comentó que la actriz Janet Leigh le resultaba “muy guapa”, que le había sorprendido el blanco y negro, y que había descubierto, algo antes del final, la doble vertiente de Norman Bates como responsable del motel y travestido de su propia madre. Con respecto a la escena del asesinato de la ducha, R.G.M. afirmó que tan sólo le había impactado la imagen de Marion/Janet Leigh ya cadáver, y que la famosa secuencia del acuchillamiento le sonaba a “algo visto con anterioridad”.
 
Posteriormente, dijo haber disfrutado mucho con la película, que había mantenido su interés durante todo su metraje, y que no dudaría en recomendar su visionado a su pareja y a otros amigos y conocidos.

Puede inferirse tras el experimento, y a modo de telegráfica conclusión, que “Psicosis” sigue viva casi sesenta años después de su alumbramiento, que la mejor muerte de la historia del cine se ha visto copiada y copiada mil veces por otros realizadores que no han podido más que dejarse influenciar, conscientes o no, de la magia de Alfred Hitchcock, y que el cine del maestro inglés sigue perdurando a pesar de gustos, lustros y reemplazos de espectadores a lo largo de esta larga y fascinante historia.