viernes, 29 de marzo de 2024
Enalta
Revista Adiós

Ana Valtierra


Doctora en Historia del Arte. Universidad Camilo José Cela.

| El escriba sentado

31 de marzo de 2016

Cercanía y naturalidad en este escriba egipcio aparecido en una tumba

Una de las estatuas más importantes del Antiguo Egipto es la conocida como "escriba sentado". Su merecido reconocimiento se debe a cómo el escultor fue capaz de captar la vida, el estado reflexivo de este personaje en pleno trabajo. Efectivamente, sobre sus piernas cruzadas reposa un papiro, sobre el que con un cálamo (que no ha llegado a nosotros) va a comenzar a trabajar. Va Vestido solamente con el shenti blanco, un paño que cubría sus partes pudientes y usado por las clases más modestas. Mira hacia arriba invocando a Tot, o pensando en lo que va a escribir. Lo impresionante es que está hecho en caliza pintada, pero sus ojos son de cristal de roca, cuarzo blanco y ébano, lo que le dota a la mirada de un realismo impresionante. Los pliegues de carne que caen, mostrándonos su buena alimentación, es otro detalle que nos hace más cercana esta obra. Esta esculturilla de la que hablamos, fue realizada en torno al 2480 a. C., y encontrada en la necrópolis de Saqqara, en la capilla funeraria de un alto funcionario.
Los escribas eran los encargados de clasificar y copiar, es decir, eran administradores, contables y literatos que trabajaban en todos los campos. Para que nos hagamos una idea de su importancia, baste pensar que en un principio eran escogidos entre el entorno de la familia real. Comenzaban su trabajo con una plegaria a Tot, el dios que les protegía, y en sus manos se dejaba toda la contabilidad del imperio. Eran por tanto imprescindibles.