jueves, 28 de marzo de 2024
Enalta
Revista Adiós

José Luis Cabrera Ortiz


Asociación de Amigos del Cementerio de San Miguel.

CEMENTERIOS HISTÓRICOS | San Miguel de Málaga, el despertar de un cementerio

22 de mayo de 2018

El más antiguo panteón data de 1844, y es un mausoleo para Salvador Barroso, mecenas y decano del Colegio de Abogados. Tras él, son erigidos unos doscientos cincuenta monumentos funerarios, en su mayoría durante el siglo XIX.

San Miguel de Málaga, el despertar de un cementerio

Los cementerios han sido los grandes desconocidos de nuestro patrimonio. Son aún escasos los camposantos que en nuestro país cuentan con una protección legal. Absurdas prevenciones nos han impedido, con frecuencia, apreciar los múltiples factores de interés –artísticos, históricos, genealógicos, culturales– que nuestros cementerios encierran.
En declive los ritos funerarios –sí, esos que nos diferencian de los animales– y las expresiones públicas de duelo que observaron nuestros antepasados, los cementerios sufrieron la indiferencia de una generación que se había liberado de obligaciones y atavismos, sin preocuparse por analizar y entender esas costumbres que configuraban nuestra cultura. Y aún peor, sin reinventarlas.
Cuantas veces, estudiosos y amigos de los cementerios nos hemos dirigido a personas a las que, por propiedad o parentesco, afectaba directamente la situación de un panteón, el estado de una necrópolis, y nos hemos encontrado con negativas a tratar el tema, acompañadas con ridículos aspavientos de repelús, como sin mentarles el mausoleo de su familia atrajera la mala suerte. ¡Cuánto desinterés enmascarado con el peor disfraz posible!
Afortunadamente esa etapa pasó, y hoy los jóvenes son capaces de proyectar sobre los cementerios una mirada libre de prejuicios, y de encontrar en ellos elementos de interés vinculados a la literatura, el cine, la música popular, la fotografía.
La gestión de los cementerios es algo extremadamente complejo. Están regidos generalmente por los ayuntamientos, son dependientes de autoridades sanitarias en lo que respecta a inhumaciones y exhumaciones, de autoridades culturales en cuanto a la protección del patrimonio, y de los tribunales a la hora de dirimir los litigios relativos a propiedades y derechos funerarios. Contienen una compleja variedad de figuras jurídicas: concesiones temporales y perpetuas, derechos de sepulturas, propiedades inscritas en los registros de la propiedad, sobre cuya vigencia existe una jurisprudencia muy variada.
Una sepultura familiar en proindiviso puede ser una continua fuente de sorpresas. Un derecho puede estar “durmiente” durante una o varias generaciones y de repente ejercitarse. Una exhumación sin las debidas garantías puede acabar en una indemnización millonaria. E incluso familiares ajenos a los títulos de propiedad o de arrendamiento, pueden ejercitar su derecho sobre los restos enterrados en virtud de su grado de parentesco. Todo ello convierte a los cementerios en algo complicado de administrar, pero sin duda apasionante.
El cementerio histórico de San Miguel, en Málaga capital, es un ejemplo de cómo invertir el deterioro y desmantelamiento de una necrópolis histórica, y convertirlo en un proceso de recuperación.
Su creación, como la de tantos otros cementerios decimonónicos, fue consecuencia de la pragmática del rey Carlos III que prohibía continuar enterrando en el subsuelo de las iglesias y conventos.
En su origen, a principios del siglo XIX, San Miguel fue un simple terreno destinado a enterrar cadáveres. Para acotarlo, el Ayuntamiento de Málaga recurrió a las cofradías y hermandades de la ciudad, que levantaron con sus paneles de nichos los muros que lo cierran, como ha estudiado con detalle el doctor Rodríguez Marín. Muchas de estas cofradías edificaron posteriormente panteones en el propio San Miguel. Con el tiempo el Ayuntamiento fue edificando nuevos patios, generalmente de alquiler, para acoger la demanda de una ciudad en crecimiento.
La fachada, capilla y ordenación del cementerio de San Miguel son neoclásicas. La distribución fue realizada por el arquitecto Rafael Mitjana, y en sus sucesivas ampliaciones intervinieron otros arquitectos municipales: Cirilo Salinas, José Trigueros, etc. El cementerio fue urbanizado con ordenadas, rotuladas con nombres religiosos. La capilla, obra de Mitjana y bendecida en 1837, es de planta circular, sobria, con una gran belleza en sus proporciones proporciones.
El más antiguo panteón data de 1844, y es un mausoleo para Salvador Barroso, mecenas y decano del Colegio de Abogados.  Tras él, son erigidos unos doscientos cincuenta monumentos funerarios, en su mayoría durante el siglo XIX. Cuervo, Rivera Valentín, García del Álamo, Guerrero Strachan, Brioso Mapelli, son algunos de los destacados arquitectos y maestros de obras que se encargan de la construcción de estos mausoleos, con frecuencia enriquecidos con forjas, vidrieras, mosaicos, algunas esculturas e incluso pinturas. Entre muchas obras artísticas destaca el conjunto escultórico de la tumba del industrial Manuel Agustín Heredia, obra de Lorenzo Bartolini, el escultor que trabajó para Napoleón y los duques de Alba.
Las solicitudes de construcción y reparación de panteones, conservadas en el Archivo Histórico Municipal, nos revelan datos sobre sus propietarios y reflejan la activa sociedad malagueña de la época. Sus dueños están con frecuencia vinculados a la industria y al comercio. Son abundantes los apellidos foráneos, y en varios casos los solicitantes mantienen nacionalidad extranjera, lo que explica la posterior venta o abandono de algunos de estos panteones, al residir sus herederos en otros países. Los mausoleos más suntuosos corresponden a la cúspide de esta pujante burguesía, las familias Heredia y Larios. El cementerio se convierte en un espacio de significación social en el que estas familias, muchas recientemente enriquecidas, desean estar representadas. También existen panteones vinculados a profesiones liberales, a militares, y a miembros de la vieja nobleza que aún reside en la ciudad.
El cementerio es también lugar de enterramiento de destacados personajes: escritores como Salvador Rueda, Jane Bowles, Arturo Reyes y Alfonso Canales; pintores como Muñoz Degrain, Moreno Carbonero, Denis Belgrano y Bernardo Ferrándiz; arquitectos como Gerónimo Cuervo, los tíos paternos y maternos de Picasso, etc.
 
Clausura y recuperación
 
La relación de la ciudad con su cementerio histórico estuvo a punto de romperse en 1987, cuando un acuerdo municipal declaró su clausura y la del cementerio de San Rafael. Un largo litigio enfrentó al Ayuntamiento de Málaga con más de un centenar de titulares de enterramientos de propiedad y perpetuidad en San Miguel, mientras la necrópolis se sumía en un peligroso abandono. La sentencia del Tribunal Supremo de 1992, que de forma salomónica reconocía los derechos de propiedad, pero no su uso posterior, tampoco aportó suficientes elementos para asegurar el destino del camposanto.
La Asociación de Amigos del Cementerio de San Miguel, –con el respaldo de otras instituciones como el Colegio de Arquitectos, la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, y el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Málaga– fue clave en la búsqueda de soluciones que armonizaran todos los intereses y permitieran la supervivencia de al menos la zona monumental del cementerio.
En el Pleno de 26 de enero de 2003 el Ayuntamiento de Málaga reconoció los derechos de propietarios de panteones y nichos en el cementerio de San Miguel, y la posibilidad de seguir utilizándolos a perpetuidad como columbarios, es decir, únicamente para el depósito de cenizas. Los dueños son responsables del mantenimiento de sus propiedades y el Ayuntamiento vela por  las zonas comunes.  Dicho acuerdo plenario fue publicado en el Boletín Oficial de la Provincia de 21 de mayo de 2003.
La inscripción del cementerio de San Miguel en el Catálogo General del Patrimonio Andaluz, en el año 2015, ha venido a confirmar el interés patrimonial del recinto y a garantizar su respeto futuro.
Este hermoso proyecto de recuperación de San Miguel, del que aún queda mucho por desarrollar, supone una rareza en el desalentador panorama de abandonos que ofrecen numerosos camposantos. Se trata del primer caso de recuperación y rehabilitación de una necrópolis ya clausurada que se realiza en España. Y eleva el debate sobre los cementerios prescindiendo de la habitual pugna entre el carácter de dominio público de los mismos y la pervivencia de los derechos funerarios particulares, sustituyéndola por un proyecto en común, que sin duda merece ser imitado en otras ciudades.
En él cabe todo: los homenajes cívicos, las misas de réquiem, las visitas turísticas y educativas, los columbarios familiares, los conciertos, las actividades teatrales y el rodaje de películas. Y es deseable que el espacio de interpretación del cementerio, que está previsto ubicar en las antiguas salas de velatorio, se lleve a cabo cuanto antes.
El reciente concurso de fotografía convocado por la sociedad Parcemasa –a través de la cual el Ayuntamiento de Málaga gestiona sus cementerios– ha sido un éxito tanto por el elevado número de participantes como por la calidad de los trabajos presentados. Es una excelente noticia: la ciudad de los muertos recobra nueva vida a través de la cultura y la creación.
 
Concurso de fotografía
 
Tras la convocatoria realizada por Parcemasa, participaron 399 autores y presentaron más de 2.000. Se ha realizado una selección entre las que el jurado ha considerado más significativas, con las que se realizarán varias exposiciones en dependencias del propio cementerio.
Los miembros del jurado, son los de la Comisión Histórico-Artística, José Luis Cabrera, Francisco José Rodríguez Marín, Rosario Camacho Martínez, José Manuel Cabra de Luna, Francisca de Carranza Sell, Leonor Muñoz Pastrana, Emilio Betes Cuadras, Carlos Ismael Álvarez, Federico Souvirón García, Jorge Serra Castañeda, junto con Raúl Jiménez y Eduardo Nieto.

Primer premio, dotado con 1.000 euros. Rafael Fernández Rodríguez (Fotografía que encabeza este artículo)
Segundopremio, dotado con 500 euros. Antonio Rodríguez Molero.


Tercer premio, dotado con 250 euros. Alejandro Cañestro Heredia.


Accésits entregados con diploma de reconocimiento a Delia Márquez Sánchez, Carmen Arias Trabalón,
María Jesús López Gil y Frank Ramos.
Fotografías a continuación por ese orden)



 
APP Cementerio Histórico de San Miguel
 
Una nueva aplicación gratuita que acerca a los interesados al cementerio Histórico de San Miguel de Málaga. A través de ella se accede a la historia, antecedentes, orígenes y proceso constructivo del cementerio; rutas temáticas para descubrir arquitectos y artistas que plasmaron su trabajo en los mausoleos y esculturas; experiencias que acerca la ciudad de Málaga a aquellos que descansan en el cementerio; enterramientos con un listado de mausoleos, personajes, hermandades y cofradías.