jueves, 25 de abril de 2024
Enalta
Revista Adiós

Joaquín Araújo


Naturalista, geógrafo, escritor y agricultor.
http://joaquinaraujo.com

| Logros esperanzadores

08 de septiembre de 2016

Hay tanto bueno para imitar que siempre desazona el que resulten tan atractivas las malas prácticas. Hasta que aparecen algunas iniciativas que abren las puertas del optimismo de par en par. Cierto es que, aunque bastante desmantelada por la comodidad, la

Hay tanto bueno para imitar que siempre desazona el que resulten tan atractivas las malas prácticas. Hasta que aparecen algunas iniciativas que abren las puertas del optimismo de par en par. Cierto es que, aunque bastante desmantelada por la comodidad, la emulación sigue siendo una de los más poderosos instrumentos educativos. Seguir el ejemplo de otros, que han logrado ciertos propósitos, es mucho más que apuntarse al mismo resultado, es la posibilidad de convertirse, a su vez, en modelo a imitar por otros muchos y, acaso, la mejor forma de conseguir conductas o técnicas generalizadas para el conjunto de una sociedad. Por eso, algunos modos de gestión de unos pocos cementerios, están pasando de lo local a lo modélico para todos. De ilusionante excepción a principio de generalización. Demuestran, es más, que las descalificaciones con que tantas veces se obsequió a las propuestas de corte ecologistas carecían de rigor. He aquí uno de los mejores ejemplos.
En medio de tantas ofertas para desengancharnos de los paisajes, justo cuando arrecian procesos que amenazan al conjunto de la vida anima, y mucho, que algunos, de los que se ocupan de la muerte, estén  vivificando sus formas de culminar sus compromisos profesionales con pocas, o ninguna huella ecológica. O, para usar el que acaso sea un lenguaje más comprensible sin restarle posibilidades al futuro. Porque bueno será recordar, por enésima vez, que la suciedad y acaparamiento del presente no nos afectará solo a nosotros sino también e infinitamente  más a los que vivan a lo largo de los próximos siglos.
Actuar con respeto hacia todo lo espontáneo resulta todavía más encomiable porque entronca con la propuesta ética más completa de la historia. Supone acordarse de los no nacidos, intentar que encuentren, cuando lleguen, un ambiente en el que tengan al menos las mismas posibilidades que los ahora vivos. En suma: una de las más dignas actitudes humanas. Sobre todo cuando demasiados propagaron la indiferencia a bordo de ese " yo ya estaré muerto cuando el desastre suceda". Pues bien, hay territorios de los muertos que están exhibiendo, con actuaciones realistas y ya casi del todo desplegadas, esa ética de favorecer a los totalmente desconocidos.
Entre los ya numerosos cementerios que han incorporado diversas prácticas ambientalmente responsables destaca el catalán de Roques Blanques. Allí, en primer lugar y gracias al talento de sus diseñadores, queda claro que se puede intervenir en un paisaje potenciándolo en lugar de convertirlo en lugar tan modificado que a menudo queda destruido. La integración en el derredor se ha logrado plenamente. La vegetación mediterránea en lugar de replegarse crece y engalana el cementerio. Algunos asociamos desde siempre el plantar árboles, o enterrar las cenizas de los allegados bajo su sombra, con el mejor homenaje a los seres queridos que nos han dejado. Cuando esto se hace ya masivamente y en ámbitos públicos encontramos pleno sentido a la actuación. Todavía más cuando se establece un vínculo entre un árbol concreto y el difunto. Proceder que culmina cuando, como ya sucede con 250 casos, adquiere carácter familiar. Cementerio con vocación de bosque, pues. Algo que sin duda llegará a ser por el alto grado de naturalidad que se está logrando.
Por si esto fuera poco, la coherencia queda consolidada por la protección que allí se brinda a los huéspedes espontáneos de esas arboledas como son las ardillas junto con varias especies de aves y de murciélagos. Relaciones tan buenas que hasta han propiciado la filmación de documentales faunísticos. ¿Acabarán algunos cementerios siendo pequeños parques naturales ?
Sumemos que la urnas funerarias son biodegradables, que se usan coches eléctricos para los desplazamientos o que se controla la totalidad de los residuos. Obviamente no cabe más que felicitar y agradecer tanta coherencia a los gerentes y empleados de Roques Blanques.
Cualquier entusiasta naturalista o convencido ecologista que conozca este cementerio encontrará recompensada con creces su admiración y su esforzada lucha. Confirma, en efecto, que todo, incluso lo último que nos sucede, puede hacerse sin menoscabo alguno para el derredor, dándole serenidad y belleza en lugar de quitándoselas. Podemos enterrar a nuestros muertos, como se hace en Roques Blanques, como si acariciáramos a la tierra que es una de las principales destrezas de las raíces de esos árboles en parte fertilizados por el acaso mejor destino de sus cenizas.