viernes, 19 de abril de 2024
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Revista Adiós

Ana Valtierra


Doctora en Historia del Arte. Universidad Camilo José Cela.

| La reina Juana, desgarrada por la muerte de su marido

26 de julio de 2016

Sobrecogedora es la imagen que nos ofrece el pintor romántico Francisco Pradilla en este lienzo de grandes dimensiones de Doña Juana “la Loca”, de 1877 representando el duelo de la joven viuda ante la muerte de su marido, Felipe el Hermoso.

La reina Juana, desgarrada por la muerte de su marido

Sobrecogedora es la imagen que nos ofrece el pintor romántico Francisco Pradilla en este lienzo de grandes dimensiones de Doña Juana “la Loca”, de 1877 representando el duelo de la joven viuda ante la muerte de su marido, Felipe el Hermoso. Es, sin duda, uno de los momentos más dramáticos en la vida de la reina. Tenía tan sólo 26 años, cinco hijos, y estaba embaraza de nuevo. Desolada, la reina recorrió con el cuerpo embalsamado de su marido diversos lugares de la Corona de Castilla. Le acompañaba un cortejo fúnebre formado por clérigos que iban cantado el Oficio de los difuntos; así como diversos servidores, caballeros y magnates.El momento exacto que representa la pintura es la llegada de la reina a un convento, al pasar de Torquemada a Hornillos. Ella pensaba que era de religiosos masculinos, pero al descubrir que era de monjas, mandó sacar el cadáver de allí.
La reina está en el centro de la composición, sin soltar una lágrima, pero con una mirada triste que se clava perdida en el féretro de su cónyuge, al que está velando. Lleva un grueso traje de terciopelo negro que trasluce su avanzado embarazo y la hace parecer casi un fantasma; y en la mano izquierda dos alianzas, símbolo de su viudedad. Detrás de ella hay una silla de tijera con un cojín que no está utilizando. El féretro, negro y decorado con las armas imperiales, está colocado sobre parihuelas para el periplo por las ciudades, y flanqueado por dos velones mortuorios en la cabecera. Al otro lado están sentados la dueña y un fraile vestido de blanco que lee una plegaria y sostiene un cirio. Alrededor, se ha organizado la comitiva, vestida con trajes de la época, que miran a la reina con cansancio, tristeza o abatimiento. Al fondo, el convento de monjas que acaban de abandonar. El viento, es uno de los grandes protagonistas: acentúa la desolación, mueve el tocado de la reina, el fuego que hay a su derecha, los cirios.

Enlace con el artículo completo que escribió Ana Valtierra en el número 95 de Adiós Cultural
http://www.revistaadios.es/fotos/revista/Adios95internet1.pdf