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Revista Adiós

Et in Arcadia ego

06 de septiembre de 2017

Expresión latina con un claro contenido funerario, utilizada en los ambientes cultos como variante de la más conocida “memento mori”.

Et in Arcadia ego

 “Et in Arcadia ego se traduce literalmente como “también yo (estoy) en la Arcadia”, y podría interpretarse como “yo, la muerte, reino incluso en la Arcadia”.

La Arcadia era una región de Grecia, famosa por su ambiente idílico, donde se situaban las andanzas de dioses y ninfas entre riachuelos, vegetación exuberante y completa armonía del hombre y la naturaleza.

Los pastores de la “Arcadia” son el prototipo de habitante feliz, modelo para el resto de la Humanidad. Sin embargo, en uno de sus paseos, los pastores se encuentran una calavera, que viene a recordarles que incluso en el lugar más feliz y perfecto de la tierra, la muerte está presente.

 Esta referencia aparece por primera vez en las Bucólicas de Virgilio, y se retomó en el círculo de Lorenzo de Médicis en el Renacimiento.
 
Jacobo Sannazaro estableció en su Arcadia (1504), la percepción de la Era Moderna sobre la Arcadia como un mundo perdido de idílico encanto, recordado con tristeza. Dos son los pintores que llevaron a las artes plásticas esta idea. N. Poussin pintó dos cuadros titulados “Et in Arcadia ego”, uno en 1630, y otro en 1637, donde tres pastores idealizados y una dama, inclinados sobre una tumba, intentan leer una inscripción sepulcral que tiene escrito este lema en latín. Han perdido todo gesto de turbación ante la muerte, el cráneo que había en la versión de 1630 ha desaparecido, su actitud de leer y descifrar nos indica que son pastores cultos.

Tradicionalmente, se considera un símbolo de la caducidad de la vida, incluso en sus momentos más idílicos. El cuadro se encuentra en el Louvre (París).
 
Por su parte, Guercino realizó en 1622 una interpretación casi afable del tópico: los pastores son hermosos y uno de ellos sonríe. El paisaje es de una conmovedora belleza. Tan sólo la calavera con la mosca paseándose y el mochuelo en las ramas de arriba, representan un contrapunto a la felicidad que, sin embargo, no es inarmónico o estridente.
 
También en la literatura se ha usado este tópico. El primer capítulo de la novela “Retorno a Brideshead”, de Evelyn Waugh, se titula “Et in Arcadia ego”. Relata el regreso del protagonista, Charles Ryder, convertido en oficial del ejército británico en la II Guerra Mundial, a la mansión de Brideshead, que para él representa la Arcadia, un lugar de felicidad en juventud.

Autor: Javier del Hoyo